El uruguayo fue cuestionado de manera ostensible por la gradas del Villamarín

Poyet, examen de conciencia y propósito de enmienda ante el tiempo que se le acorta

Poyet, examen de conciencia y propósito de enmienda ante el tiempo que se le acorta
Poyet asumió toda la responsabilidad por la incomparecencia en el juego ante el Real Madrid. - Carlos del Barco
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El varapalo y el deterioro de imagen sufridos por el Real Betis ante el Real Madrid han provocado la primera y descarnada confesión de culpa de Gustavo Poyet, al asumir toda la responsabilidad por la incomparecencia en el juego y también que con las derrotas se le "acorta" el tiempo en el banquillo bético.

El técnico uruguayo fue cuestionado de manera ostensible por la gradas del Benito Villamarín y oyó también por vez primera en fases del partido el fatídico 'Poyet, vete ya', a lo que respondió de manera sosegada y reflexiva a sabiendas de lo que supuso el 1-6 ante el Madrid y el hecho incontrovertible de que su equipo no encuentra el patrón de juego y suma sólo ocho puntos en otras tantas jornadas.

"Me equivoqué, el responsable soy yo. Sé cómo funcionan las cosas, si quiero tener más tiempo me lo tengo que ganar con victorias y hoy perdimos. Ese tiempo se acorta, en eso no puedo hacer más que tragar y 'comértela', como dicen en Uruguay, trabajar y buscar soluciones", reconoció el entrenador verdiblanco.

Poyet ha ido modulando su discurso, desde su desacuerdo con las protestas tras el primer partido con el Depor (0-0) a la resignación de ayer, conforme han ido pasando las jornadas y el Betis, su modelo de juego y sus alineaciones no han hallado el aval de los resultados y el consiguiente apoyo de una afición deseosa de estabilidad tras los vaivenes sufridos por el equipo en las últimas temporadas.

El acierto y ensamblaje de las doce incorporaciones de esta temporada, unido a las prolongadas bajas de algunas de ellas como el franco-argelino Aïssa Mandi, el francés Jonas Martin o el paraguayo Tonny Sanabria, se han unido a otros aspectos controvertidos del juego verdiblanco.

Entre ellos, sobresalen su fragilidad defensiva -18 goles en contra y el segundo equipo más goleado tras el Granada, con 23- y otros aspectos como la zona de creación o la posición escorada a la izquierda del ataque de su máximo goleador histórico, Rubén Castro.

Precisamente, el canario, de 35 años y recién renovado, sigue siendo una de las referencias del Betis junto a Antonio Adán, paradójicamente de los porteros más goleados y, sin embargo, más solventes de Primera División, quien ayer evitó una derrota aún más sonrojante y también de los más destacados en otros partidos perdidos por los verdiblancos.

El Betis de Gustavo Poyet comenzó la Liga con el primero de los 'sets' que ha recibido este año, un 6-2 en el Camp Nou, y en casa con un pobre empate a cero ante el Deportivo, donde aparecieron unas primeras críticas de la afición que el uruguayo dijo no entender por prematuras.

Posteriormente, ganó en Mestalla por 2-3, empató 2-2 contra el Granada en el Villamarín, perdió contra el Sevilla (1-0) y logró la única victoria como local ante el Málaga (1-0).

Fue ése el punto más alto de la trayectoria de Poyet al mando del Betis antes del partido de San Sebastián ante la Real Sociedad (1-0), donde su equipo se volvió a 'caer' en lo que el uruguayo calificó como "bajón inexplicable" tras extender la "locura del derbi" al partido ante los malagueños.

Tras la mala imagen y la derrota en Anoeta, el técnico bético admitió que tuvieron la "posibilidad de entrenar durante dos semanas" con toda la plantilla a su disposición para preparar el encuentro contra el Real Madrid, en el que, según confesión propia, "se rozó el ridículo".

El de Montevideo afronta desde ya su semana más difícil desde que llegó a Heliópolis y, como reconoció tras el doloroso 1-6 ante el Madrid, se tomará un par de días para digerir las razones últimas de la situación y meditar los cambios que auguró con total seguridad en "el sistema, los jugadores o el posicionamiento", porque "seguro que hay algo que cambiar, no tengo la menor duda".

Poyet es consciente de los códigos del fútbol al afirmar que no ha conocido a ningún presidente que eche a 22 jugadores y que sabe lo que se juega a partir de ahora y de la importancia que tendrá el partido del viernes ante Osasuna en Pamplona, aunque precisó que se lo tomará como lo ha hecho siempre en su carrera como futbolista y entrenador.

"A mí no me cambia nada, siempre el próximo partido es el más importante. Si todo el mundo estuviera en los niveles de compromiso que tengo yo, el próximo partido es el último. Así jugué al fútbol, ése es un buen mensaje. Eso significaba que mañana no sabía si iba a jugar de nuevo, era el último partido de mi vida y lo quería ganar. El más importante siempre es el próximo porque sé que no hay después", reflexionó tras caer dolorosamente con el Real Madrid.
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