El análisis del Real Betis-Real Madrid

Simplemente, no compitió

Simplemente, no compitió
Que se la juegue Joaquín. - Fernando Mateos
Fernando MateosFernando Mateos 2 min lectura
Aseguraba Poyet en la previa que su equipo sería valiente y batallador. Pero ni una cosa ni la otra. Ante rivales con una calidad tan superior a la tuya, la intensidad, el orden y el rigor táctico deben ser obligatorios. Pero nada de eso se vio en un Betis que a los tres minutos ya nadaba a contracorriente. Un equipo partido en dos en el que la zaga se aculaba y el trivote compuesto por Petros, Brasanac y Jonas Martin, con el francés más cerca de Álex Alegría que de ayudar a los dos primeros, dejaba un hueco enorme para que el Madrid avanzara sin oposición y se plantara en los dominios de Adán con tres toques.

El resultado al descanso (0-4) era fiel reflejo del pobre partido de un conjunto verdiblanco que hacía aguas en defensa, con fallos en la marca y una preocupante endeblez de Piccini en la diestra, y que en ataque sólo se estiró con cuentagotas gracias al de siempre, Rubén Castro.

Pero si en alguna parcela se decidió el choque fue en la medular, ante la nula presión bética. Pocos partidos habrá tenido tan cómodos el conjunto madridista, que se iba al descanso materializando una perfecta contra que espoleó la sonora pitada de un Villamarín que castigaba así a un equipo inoperante, que regresó con algo más de orgullo tras el descanso. Fue después de que Poyet renunciara a su 4-3-3 para mutar a un 4-2-3-1 y meter a Rubén en punta y Joaquín por detrás, otorgando las bandas, inexistentes hasta entonces, a Zozulia y Cejudo, autor de un gol anecdótico, pues la endeblez defensiva no fue ni de lejos solucionada, retratando el Madrid con dos goles más las carencias de un equipo al que no se le ve la mano de su entrenador.
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