Betis 3-6 Valencia: La ruleta rusa ya no parece tan sugerente

Betis 3-6 Valencia: La ruleta rusa ya no parece tan sugerente
- Óscar Murillo
Óscar MurilloÓscar Murillo 5 min lectura
Si a otros equipos les vino bien el parón de selecciones, al Betis le cortó una fantástica inercia, rubricada con un partido desatado en San Sebastián (4-4) que fue una gozada para el espectador. Aparte, el Valencia de esta temporada son palabras mayores, una de las explicaciones de la abultada derrota de anoche, un set maquillado sobre la bocina por las ganas de Campbell, insuficientes ante la pegada y el mayor ritmo de los de Marcelino.

De inicio, Quique apostó de nuevo, como ante el Levante, por Sergio León escorado a la derecha y Sanabria en punta, calcando el 1-4-1-4-1 de siempre y solucionando la baja de Javi García retrasando la posición de Guardado e incluyendo por delante a Narváez. Una osada apuesta que, durante muchos minutos, parecía acertada, ya que los verdiblancos dominaban con holgura la posesión y encontraban resquicios tras la adelantada defensa che. Sergio León y Sanabria aprovechaban la clarividencia de Fabián y Guardado, pero faltaba 'punch' a los de Setién, que asumían riesgos aunque corregían bien. A la media hora, con Parejo al mando de las operaciones, el Valencia volteó las sensaciones, con Guedes y Carlos Soler apareciendo mucho por dentro. Las transiciones vertiginosas, una especialidad con Marcelino, hicieron daño al Betis, que sufría cada vez más.

En el 33, Soler pone a prueba en serio ya los reflejos de Adán, que despeja de puños, mientras que, a renglón seguido, Rodrigo sorprende desde atrás a pase de Gayá y su disparo merodea el palo. Fue la antesala de una realidad palpable en la recta final de este periodo, cerrado con un rotundo 0-2, merced al violento cabezazo de Kondogbia a la salida de un córner que había botado Parejo y al soberbio derechazo desde la frontal de Guedes, justo tras abortar Adán otra intentona de Carlos Soler.

El daño pudo haber sido mayor, ya que Mandi evitaba en el 34 que el propio portugués apuntillase una acción de tiralíneas entre Parejo y Rodrigo, mientras que Durmisi hacía la propio con Soler, haciéndole un penalti que no apreció el colegiado, para cortar una peligrosísima contra. Como Feddal tres más tarde.

Por parte heliopolitana, más destellos que fútbol en este cuarto de hora en el que los de Setién se vieron desbordados. Con todo, Neto resolvió bien abajo un libre directo ajustadísimo en el 43 de Joaquín, impreciso en el pase de la muerte a Sanabria unos segundos después, después de hacer la pared con Fabián. El paraguayo, al que se le quedó atrás el balón a bocajarro, pudo acertar luego desde el suelo.

En la reanudación, paso al frente de los verdiblancos, que desperdiciaron una enorme ocasión para meterse en el partido a los diez minutos, si bien Neto detenía con los pies el penalti (por manos de Kondogbia) que Sergio León le había lanzado por el centro. Un jarro de agua fría tras el que, como solución de urgencia, el Betis optó por recuperar la 'ruleta rusa' de Anoeta, con continuos intercambios de golpes (léase ataques) y de achiques en campo ajeno. El tiempo, lógicamente, jugaba en contra de los locales, más incómodos que el segundo clasificado. Duró poco la incertidumbre, porque, en una acción calcada a la del 0-1, Rodrigo aprovechaba otro gran servicio desde la esquina de Parejo para aumentar la ventaja levantina, excesiva tras una afortunada contra que culminaría Santi Mina.

Todo parecía visto para sentencia, pero este año el Betis es, para bien y para mal, impredecible. Con 0-4, las ganas de Campbell en su reaparición insuflaron el veneno necesario para creer durante nueve minutos en lo que, sin duda, habría sido una hazaña inconmensurable. El tico, beneficiándose de la tercera asistencia de Parejo (que esta vez no quería), recortaba distancias con calidad, propiciando luego con su empuje y su calidad por el costado diestro que el duelo pasase de 0-4 a 3-4 en un santiamén. Primero, Sanabria resolvía bien por bajo su mano a mano con Neto, partiendo a la espalda de Garay en posición correcta, mientras que Tello, igualmente recién ingresado, resolvía con calidad para estrenarse también como jugador bético.

Con todo, el esfuerzo pasaría factura, apagando Zaza y Andreas Pereira en sendas contras el atisbo de resurrección de un equipo que probó el lado amargo de esa bendita locura que propone.


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