Otra muesca de oro para la 'idea'

Otra muesca de oro para la 'idea'
Otra muesca de oro para la 'idea ' - Carlos del Barco
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La exhibición de fútbol y goles del Real Betis en el Camp Nou ante el Barcelona (3-4) ha supuesto un nuevo espaldarazo a la idea de juego de su entrenador, Quique Setién, y una muesca de prestigio más para avalar su concepto tras las de esta temporada en San Siro ante el Milan (1-2) y la anterior ante el Real Madrid en el Bernabéu (0-1), entre otros.

El ideario futbolístico de Quique Setién lo resume el cántabro en su 'idea', aunque lógicamente sea más de una, y su fe inquebrantable en una forma de jugar se ha traducido en críticas cuando no resulta y en elogios ante hitos en la memoria del bético como el recital ante el Milan y las victorias ante el Real Madrid (0-1) y la goleada al eterno rival en la temporada pasada (3-5) en el Sánchez Pizjuán.

"Es un espaldarazo enorme a lo que hacemos. Permanentemente siempre hay gente que desconfía de esta manera de jugar", afirmó Setién tras la victoria ante los de Ernesto Valverde, lo que remachó con su profesión de fe en lo que hace al subrayar que él "siempre" estará "con esta idea".

Tras su primera temporada en el Benito Villamarín, en la que clasificó a su equipo para la Liga Europa después de quedar sexto, en el presente ejercicio no había atinado con el gol y, por ello, hasta la noche del Camp Nou llevaba un exiguo balance de ocho tantos que lo tenían clasificado en decimocuarta posición con trece puntos.

Ello le había valido críticas al entrenador bético, quien siempre se ha mantenido en su creencia de que el fútbol se juega con la pelota, que cuanto más se tenga menos la tiene el otro, que hay que salir desde el portero y que la posesión, sin ser un dogma, casi se acerca a él en el ideario del de Santander.

Ya la pasada temporada, y ante partidos de locura como el 4-4 ante la Real Sociedad o un 3-6 ante el Valencia, Setién introdujo variaciones tácticas para lograr solvencia defensiva, aunque en ésta, la fortaleza atrás y los porcentajes de posesión no encontraban el premio del gol: Setién y los suyos decían que ya llegaría.

Por ello, y aunque pintaban bastos y recibía críticas, se aferró a su ideario como un poseso y no paraba de afirmar que su plan B era siempre mejorar el A, que el balón terminaría por entrar y que, aunque la cosa no pintaba bien, por qué no iba a ser posible ganarle al Barcelona en el Camp Nou.

Tras el empate a uno ante el Milan en el Villamarín en Liga Europa, competición en la que lidera el Grupo F con ocho puntos por los siete de los lombardos y el Olympiacos griego, Setién fue cuestionado por el oscuro panorama liguero que se le presentaba con dos desplazamientos consecutivos a Barcelona y Villarreal, y el santanderino contestó que por qué no: sólo los béticos irredentos, los del plan antiguo, lo comprendieron.

Pudo en ese momento sonar a insolencia cuando el Betis venía de encadenar tres derrotas, ante Atlético de Madrid (1-0), Valladolid (0-1) y Getafe (2-0), ésta tras la gran noche de San Siro; y empatar al filo de la bocina por 3-3 un partido al que el Celta le había dado la vuelta cuando lo llevaba en ventaja por 2-0.

Y también cuando el conjunto de Setién, deslumbrante por momentos y partidos, se había mostrado incapaz ante equipos que le había cogido la matrícula y que, encerrados y por detrás del balón siempre, habían hecho ineficaz, e incluso frustrante en algunas fases, la apuesta del cántabro por la posesión y el toque.

Fiel a un ADN y a una idiosincracia intemporal que trasciende entrenadores y décadas en su existencia más que centenaria, Setién y los suyos siguieron creyendo en un ideario que se le ajusta al equipo verdiblanco como un guante pese a que, en vísperas de la noche de Barcelona, "nadie daba un duro" por ellos, en expresión ya acuñada para los restos en el 'diccionario' particularísimo del expresidente Ruiz de Lopera.

Setién, único entrenador que ha ganado en la última década en el Bernabéu y el Camp Nou, compareció anoche monocorde como suele quien cree a pies juntillas en lo suyo, aunque no dudó a la hora de reivindicarse con el espaldarazo medieval tras la muesca que, al estilo de los pistoleros del Oeste, había sumado a su historial y al sentimental del beticismo.

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