Con las semifinales de la
Copa del Rey en el horizonte,
Setién rotó para dar descanso a
Sidnei o Lo Celso, premiando en punta de lanza a
Sergio León en detrimento de Loren. Y pronto pudo ponerse todo de cara. Apareció, sin embargo,
Oblak, habitual salvador colchonero, para evitar el gol de
Feddal tras un córner. Sería, a la postre, la única ocasión en el primer acto en el que el
Betis supo contener bien al
Atlético, amasando la posesión para defenderse con balón y enfundándose el mono de trabajo, sin rehuir nunca la pelea, para permitir a
Pau López vivir una plácida tarde.
Vivía cómodo el Betis,
solidario en las ayudas y concentrado en el repliegue. Pero tampoco sufría el
Atlético, como siempre a gusto con ese papel de esperar un fallo rival y lanzarse a la contra. Bien pertrechados, los de
Simeone levantaban un muro en la medular y dejaban desconectados a
Sergio León, Joaquín y Canales. Así, más por inercia que por juego, pisaban más campo rival los rojiblancos, pero el buen hacer defensivo del cuadro bético dejaba pasar los minutos sin que nada sucediese, porque en realidad nadie arriesgaba y la prioridad de ambos equipos era no cometer fallos.
Cumplido ese primer objetivo de mantenerse vivos, el siguiente reto era dar un paso adelante. Y el
Betis lo dio cuando vio que era el
Atlético el que apretaba en el arranque de la segunda mitad, reclamando un penalti y perdonando
Griezmann. No lo hizo
Canales desde los once metros y sí de nuevo el galo con un disparo al palo. Esta vez fue el
Betis el que supo defenderse y aprovechar su ocasión.
Como le gusta a Simeone.