¿Por qué no renueva? ¿Cuál es el motivo de que exista tal disparidad de criterios entre
Rakitic y el presidente respecto a su futuro? ¿Quién miente? ¿Si dice estar tan feliz en
Sevilla, qué motivo impide a suizo-croata estampar ya su firma en un nuevo contrato? Son muchas las preguntas que se ciernen en torno al 'crack' nervionense y todos esperan respuestas, aunque las mismas no están en el futuro, sino en un pasado no muy lejano.
Hace unos meses,
Rakitic se presentó por voluntad propia en el despacho de
Monchi, preocupado por la situación económica del club (se le adeudaban nóminas a la plantilla) y, principalmente, por la deportiva, pues la entidad anunciaba salidas importantes para paliar el desfase creado por fracasos. Con sueldos de
Champions, el equipo ni siquiera alcanzaba la
Europa League. Entonces, antes incluso de terminar de explotar,
Rakitic ya se sabía poseedor de un nivel muy superior al de la media, válido para jugar en un grande.
"Si no haces buenos refuerzos, yo también me voy", advirtió al director deportivo, que le prometió formar una plantilla para pelear por los puestos altos de la clasificación. Los fichajes que iban llegando comenzaron a convencer al ex del Schalke, que terminó por claudicar ante el aterrizaje de su amigo
Marin y el brazalete de capitán. Iba a comenzar, definitivamente, una temporada ilusionante, en la que la que él sería la estrella, la gran piedra angular.
El tiempo, empero, fue destapando las carencias de un proyecto que regateó en sus inicios a las críticas con la coartada de que el acoplamiento requería de paciencia por los muchos fichajes realizados, aunque lo único que fue destapando el paso de los días fue que ni un técnico necesita tanto margen para formar un equipo ni que el plantel era tan poderoso como se vendía. Tiene taras: le falta un
portero de los que salvan puntos; un
medio creativo, que pueda jugar por y para
Rakitic, sin recambio; un sustituto de
Navas, quien ve desde la distancia cómo nadie ha logrado hacerse con su puesto de manera regular; y un punta de distintas características, con juego aéreo, a las de
Bacca y Gameiro. En lugar de paliarse en el mercado invernal, lo único que decidió la entidad fue reforzar el inglés del encargado de hacer los refuerzos.
Entonces
Emery dio una nueva pista sobre el futuro de
Rakitic: "Él quiere mucho al
Sevilla y lo bien que lo hagamos ayudará a que esté más tiempo con nosotros". Sólo unos días después, cuando se filtraba que el problema estribaba en los siete millones por campaña que pedía, el futbolista dejaba aún más claro el motivo de sus reticencias a renovar: "Os puedo augurar que lo primero no es el dinero. Eso no tiene importancia, y sí lo deportivo, y ahora nos hemos alejado del cuarto puesto...".
Castro no miente: existe una entente cordial. Existe, aunque sólo respecto a la parte que él puede satisfacer, la económica.
A
Rakitic eso le parece secundario. "No es fácil", dijo la última vez, antes, incluso, del sonoro traspié en el
Euroderbi. Hoy, apeado de la Copa por un 2ªB, con pie y medio fuera de Europa y lejos de
Champions League, su renovación es casi quimérica.
Para el profesional importa el entorno, pero siempre y cuando lo deportivo colme sus expectativas.
Rakitic tiene nivel para jugar en cualquier club poderoso. Sería titular en el
United, en la
Juve y, si me apuran, en el
Barça o el
Madrid. Es el segundo máximo asistente del continente, el 'cerebro' ideal o un 'enganche' como pocos, con visión de juego, gol y sacrificio. En
Sevilla, además, ha ganado en regularidad y liderazgo. Rakitic tiene todo y una edad ideal. Sólo le falta jugar en un equipo de su nivel y, a día de hoy, no lo encuentra en el Sevilla. Por eso aún no ha firmado y por eso, tal y como se presenta el final del campeonato, existen pocas posibilidades de que vaya a hacerlo. Tiene motivos mucho más importantes que el dinero y, desgraciadamente, dependen de los pies de un equipo cojo. El traje con coderas nervionense se le ha quedado pequeño a un futbolista que juega con esmoquin. Ni se le arropó convenientemente en verano y en enero ni
Emery está sabiendo darle un buen uso a su fondo de armario.