Un equipo huérfano

El Sevilla, pleno de atenciones, mimos y magnetismo no hace demasiado tiempo, se ha quedado huérfano a todos los niveles, en los que depende de sí mismo y de lo externo. Ha perdido la chispa que le permitía brillar, el ‘duende’ que le erigió en el equipo de moda en la primera vuelta en base a una idea que se ha diluido al mismo ritmo que la personalidad de Sampaoli. Ya no cree en sí mismo, en sus propios recursos para superar a rivales aferrados únicamente al orden, y, además, carece del impulso que tanto se necesita cuando la ansiedad se apodera del juicio. Y es que este Sevilla también está huérfano de apoyo en su propia casa, porque las voces que muchas otras veces le han levantado, ahora callan por rencores e inacción que han privado de su magia al Sánchez Pizjuán y dejado en un segundo plano al escudo sevillista y sus colores.