Acudía el Sevilla al Sánchez-Pizjuán aterido por los últimos resultados, que habían congelado la línea de flotación de un proyecto que nació quizás con pies de barro, pero erguido y bien encaminado. Y ha sido en su fortín donde los nervionenses encontraron el abrigo necesario para creer en sí mismos, para fortalecerse tanto en LaLiga como en Champions.
Sin alardes, con más solidez que brillo, aunque haciendo hincapié en aspectos claves como la profundidad, la seguridad y el liderazgo, Berizzo ha logrado que su equipo levante el vuelo con dos triunfos muy importantes frente a Leganés y Spartak de Moscú. Dos jarros de agua cálida para desentumecer los músculos blanquirrojos, entre ellos el cerebro.
Ahora, toca escalar el Everest doméstico pasado mañana. Asaltar el Camp Nou son palabras mayores, pero en el campamento base se respira otro ambiente.
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