Se perdió, como lleva ocurriendo casi todos los años desde que hace 15 Toedtli y compañía hicieran 'llorar' a Joan Gaspart, pero hacía tiempo que los aficionados no podían salir con la cabeza muy alta tras el partido de su equipo en el Camp Nou. Ni el mejor Sevilla de Unai Emery estuvo nunca tan cerca de sacar un triunfo del estadio barcelonista, ni siquiera el de Sampaoli -que ayer estaba en la grada y que quería imponese a sus rivales con la posesión- pudo dominar tantos minutos al Barça de Messi como lo hizo el de Berizzo. Luego, se falló atrás y ante estos rivales, ya se sabe... Se paga. Es la diferencia de presupuestos que, en condiciones de igualdad, siempre aparece ante este tipo de enemigos. Sin embargo, las sensaciones, por esta vez, fueron positivas. El Sevilla volvió a demostrar, por tercer partido consecutivo, que va creciendo en su juego y que, pese a los contratiempos en forma de lesiones, tiene mimbres para volver a hacer algo grande. Otra vez será.
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