Tanto en juego en tan poco tiempo. En sólo 180 minutos que trazan la línea intermedia entre una campaña para la historia o para el olvido con el único y, eso sí, importante matiz de la final copera.
Dos partidos y una única palabra en mente: Champions. Primero por no enterrar las opciones de cumplir el objetivo del terminar entre los cuatro primeros, meta que reduce las opciones del sábado ante el Valencia a una victoria imperativa.
No queda otra vía para no quedar colgado de un fino hilo meramente matemático condenado a consumirse, pues incluso ganando necesita una soberbia recta final. Y, luego, sólo tres días después, la ilusión de asaltar el Teatro de los Sueños con una clasificación histórica que otorgaría brillantez inmediata a un proyecto trabado. Pero antes de soñar, la vida pasa por la realidad liguera en Nervión.
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