Otra oportunidad, otra decepción. Es difícil recordarle al Sevilla en esta temporada dos o tres partidos seguidos a un buen nivel. A un gran partido suele sucederle una actuación lamentable o, como poco, mediocre.
Ayer tocó la de arena, la de ese equipo ramplón que sólo saca adelante ciertos partidos por su jerarquía y por la calidad de sus hombres, pero que se estrella cada vez que un rival le planta cara.
No puede echársele toda la culpa al cansancio de los Vázquez, Nzonzi, Banega, Escudero... porque Layún o Nolito, que no habían jugado en Old Trafford, tampoco 'aparecieron'. Ni se puede hablar de nueva oportunidad perdida del sanluqueño, porque ninguno de sus compañeros, salvo tal vez Lenglet, superó el aprobado. Ahora llega el Barça y con el octavo -que es el Betis- ya a dos puntos, perder puede ser una tragedia.
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