Pese a ser campeona de Europa, nadie hubiera firmado un empate con Portugal hace una semana. Todos lo habrían hecho tras esas 24 horas esperpénticas vividas entre el martes y el miércoles o tras los dos errores que permitieron a Portugal adelantarse a los cuatro minutos y repetir a uno del descanso... pero casi nadie después de ver la espléndida remontada y el juego que habían desplegado los pupilos de Hierro.
Después de lo visto, el empate se puede dar por bueno, pero no tanto porque en algunos momentos se vio el choque cuesta arriba o porque hubo que pelear con uno de los mejores CR7 de los últimos tiempos, sino, sobre todo, porque los jugadores españoles demostraron de lo que son capaces.
Encabezados por Ramos y Piqué, con un gran Isco y un oportuno Diego Costa despejaron cualquier duda que pudiera haber sobre lo que serían capaces de hacer tras el adiós de Lopetegui. España no se arrugó por el tempranero gol luso, tuvo el balón (63% de posesión), por momentos estuvo brillante y supo contrarrestar con sus armas la efectividad máxima del mejor jugador portugués (Ronaldo: tres tiros, tres goles). Aún es pronto para decir hasta dónde puede llegar, pero con esa confianza y personalidad se puede aspirar a todo. La mejor España está de vuelta.
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