Es lógico que la afición se impaciente y que se muestre crítica ante
la que considera una mala gestión en la planificación de la plantilla -al menos, hasta ayer- para una nueva temporada que, para el Sevilla, empieza oficialmente este jueves. Es comprensible, además, que tras el ingreso obtenido por la venta de Lenglet se exijan futbolistas de renombre de los que, a priori, garantizan rendimiento. Sin embargo, mal harían los sevillistas etiquetando como central de perfil bajo a
Sergi Gómez sin darle antes la oportunidad de demostrar su valía, como en su día se dio tiempo y partidos -demasiados encuentros-, por ejemplo, al mismísimo
Aquivaldo Mosquera.
Habiendo pasado cuatro temporadas en el filial del Barça, Sergi Gómez ha sido internacional con España sub17, sub 18, sub 19 y sub 21, y a sus 26 años
tiene aún un amplio margen de crecimiento. Machín, además, ya cuenta con las incorporaciones de dos centrales mundialistas,
Mercado y Kjaer, mientras que
se ha dejado muy avanzado el fichaje de una vieja aspiración de la secretaría técnica, con Joris Gnagnon.
Ahora urge, sobre todo,
el punta de referencia, porque es clave en el sistema del entrenador. La exigencia se instaló hace años en el Sevilla, pero convendría no olvidar el gran valor de su plantel.