La Perla. Tenía 35 años, pero en Argentina aún lo seguían llamando con el sobrenombre que le acompañó en sus inicios, cuando su figura emergió en un Sevilla decaído tras dos descensos y una crisis económica galopante para llevarlo al mejor periodo de su historia. Él encendió la llama y, de momento, ha puesto el punto final.
Con sus goles sacó al Sevilla del peligro constante del descenso para instalarlo en una zona más tranquila, con su venta al Arsenal acabó con la deuda y permitió al club dar el salto de calidad y aún tuvo tiempo de regresar para levantar tres títulos, el último en Basilea, con una camiseta en la que Antonio Puerta era el gran protagonista.
Por algo, pese a no haber alcanzado los números de otros (Navas), ni ser la venta más cara, era el emblema de la cantera nervionense. Desde ayer también es un mito más de esa constelación en la que ya esperaban Berruezo y Puerta, entre otros. José Antonio, el mago de Utrera, la alegría del vestuario, el niño... se nos fue. Pero siempre quedará su imagen, sus goles y su recuerdo. Era una perla y esas brillan para siempre.
Estadio Deportivo2 min lectura