EDITORIAL ED

Justo y necesario

Justo y necesario
Rubén Castro, en su homenaje anoche en el Benito Villamarín.
Estadio DeportivoEstadio Deportivo 2 min lectura
Parafraseando el prefacio litúrgico de la misa católica, "en verdad, es justo y necesario" que el Betis se haya acordado a tiempo de Rubén Castro. A tiempo por el hecho de que el grancanario sigue en activo, pero lo cierto es que anoche se cerró cualquier herida que restara por el frío adiós de una leyenda viva, que nunca debió abandonar el club que le dio todo y al que ha dado todo por la puerta de atrás.

Máxime cuando nadie había conseguido (tampoco después) ni por asomo hacerle sombra, pero, por encima de todo, por tratarse del máximo goleador de su historia. Este miércoles, ni siquiera una inoportuna lesión ensombreció el regreso al Benito Villamarín del 'hijo pródigo', parco en palabras y con su tímida sonrisa por bandera. Una bandera de humildad y agradecimiento, que recibe igualmente a raudales de una parroquia, la heliopolitana, que siempre sintonizó con ese chico que hablaba en el campo, celebrando sus goles (muchos, muchísimos) simulando la aleta de un tiburón. Un animal que se le asemeja mucho por su voracidad de cara a los marcos contrarios.

Hubo también sitio para otros retornos, como los de Pepe Mel, cuyo nombre fue coreado por la grada, y Roberto Ríos, miembros del cuerpo técnico de una U.D. Las Palmas que respondió a la invitación con un partido serio y dinámico. Pero, sin lugar a dudas, era la noche de 'Rubo'. Una vuelta de honor, con el himno del centenario bético resonando por megafonía, fue el colofón a una jornada especial, sentimental y de reconciliación absoluta.
Unete a nuestro canal de Whatsapp Únete a nuestro canal de Telegram