Hay formas ilusionantes de recibir un nuevo año. Tras una buena trayectoria previa, con títulos, con una racha que invite al optimismo, con fichajes... y luego está ésta. Joaquín es capaz de cambiar cualquier estado de ánimo. Y si además éste es positivo tras los últimos resultados -incluso tras la derrota ante el Atlético-, se pueden vivir situaciones como la de ayer, con el beticismo volcado con su ídolo, del que podrán disfrutar dos temporadas más.
El Betis puede cometer algunos errores, pero sabe cómo motivar a los suyos. Hace 365 días despedía el año con un baño de masas y ayer repetía. Por delante esperan otras 366 fechas -año bisiesto- cargadas de ilusión, en las que sueña con devolver al equipo a Europa y, por qué no, con alguna alegría copera como la que hace un año rozó. De momento ha incorporado al jugador que quería Rubi y avanza en los pivotes que tanto se han echado en falta en estos primeros meses. Pero el mejor fichaje es ése que debutó hace veinte años y que llegó procedente de El Puerto. Con Joaquín todo es posible.
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