Obviamente, no todo lo que le ocurre al Betis se puede explicar por los arbitrajes. No sería, de hecho, nada sano que en Heliópolis justificaran la marcha del equipo (decimotercero, a nueve puntos de Europa) con la única mirada hacia las malas decisiones de los trencillas.
Hay que ir más allá. La autocrítica fortalece. Pero dicho todo esto, el beticismo tiene motivos para sentirse agraviado. Son ya muchos los encuentros en los que el colegiado de turno o el VAR han privado a Rubi y los suyos de proseguir esa escalada en la que todos siguen creyendo firmemente en el Villamarín. Hay datos de sobra para respaldar ese sentimiento de sentirse "perseguidos", como verbalizó López Catalán. Pero no hay que lamerse las heridas. Toca visitar al Leganés y habrá que darlo todo para volver a la senda del triunfo... contra viento y marea.
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