Existe una tendencia en el fútbol a convertirlo todo en negocio y alejarlo de las emociones que lo han convertido en el Deporte Rey. Sin embargo, todavía queda mucho romanticismo en el balompié y hay historias que lo corroboran, no sólo en el fútbol más modesto, sino en la elite. Uno de estos ejemplos es el fichaje de
Chimy Ávila por Osasuna, contado en un reportaje de
LaLiga publicado por
El País.Después de un buen año en el
Huesca pese al descenso del equipo aragonés,
Ávila tuvo varias ofertas para seguir jugando en Primera división. Entre ellas la de
Osasuna. Ante tanto pretendiente, el director deportivo pamplonés decidió tocarle el corazón al
Chimy, un futbolista de los que sigue escuchándolo. "Sabíamos que era una persona muy emocional y decidimos convencerlo así para mostrarle que llevaba el ADN osasunista", cuenta
Braulio.
"¿Te imaginas todo el campo gritando: ¡
Chimy, Chimy, Chimy!?", le escribió en uno de sus Whastapp acompañándolo de un vídeo. "Nos sentamos con mi mujer y mi representante para tomar la decisión. Elegí una opción que nos satisfacía a todos. A mí me convenció la gente y también la plantilla, que había hecho una campaña extraordinaria el año pasado", relata el delantero.
No fue la primera vez que
Braulio utilizó esta técnica. Tampoco la última. "Con el
Chimy teníamos la certeza casi al 100% de que funcionaría. Pero no es el único. Lo hicimos también con Roncaglia para explicarle el proyecto de un club pequeño pero con muchas cualidades. Cuando fiché a
Jonas Gonçalves para el Valencia CF le puse un vídeo de la ciudad. Al final, los futbolistas son como otros profesionales y buscan sentirse a gusto".
El resultado es que
Chimy acabó en
Osasuna y es el cuarto máximo goleador del campeonato con nueve dianas, sólo por detrás de
Messi, Benzema y Suárez.
Con esa capacidad anotadora, de nuevo son varios los equipos que van tras sus pasos. Entre ellos el
Sevilla, donde ya conocen la receta para convencer al argentino.