Junto al triplete que dejó para la historia el portugués
Cristiano Ronaldo en el último derbi liguero que acogerá el Vicente Calderón, el encuentro de la primera vuelta tuvo un dueño de nombre
Isco y apellido
Alarcón, el gran quebradero de cabeza de
Zinedine Zidane antes del duelo del Santiago Bernabéu.
Sabe
Zizou que para que
Isco se decida a renovar por el
Real Madrid necesita ser titular en un partido grande y en abril se agolpan en el calendario madridista. El primero que asoma es el derbi madrileño ante el
Atlético de Madrid y el genio malagueño se perfila suplente.
Por mucho que también fuese reservado en Butarque, la presencia de la BBC lo condena y condiciona a
Zidane. Solo la presencia de un cuarto centrocampista para responder a la batalla táctica que los enfrentamientos ante el
Atlético del '
Cholo'
Simeone siempre plantean en la medular, permitiría a Isco dar el salto de calidad que necesita sentir. Para ello,
Gareth Bale tendría que ser suplente y tras quedarse fuera de la convocatoria la última jornada, parece una utopía.
Isco demostró de lo que es capaz de hacer en un derbi en el
Vicente Calderón, donde firmó un partido redondo, uno de sus mejores días de blanco. Su exhibición llegó gracias a las bajas que ahora no tiene
Zidane. En aquel momento las ausencias del brasileño
Casemiro y el alemán
Toni Kroos, abrían al malagueño las puertas de la titularidad de par en par.
Además el francés
Karim Benzema estaba recién recuperado y la entrada de
Lucas Vázquez permitía a
Zidane apostar por un 4-4-2 que siempre aumenta el equilibrio. En él, jugando donde más le gusta a Isco, con total libertad en la media punta, disfrutó del fútbol un día especial e hizo jugar a sus compañeros.
Aquella noche completó 44 pases de 48 intentados (rozando un 92% de acierto), plasmó su esfuerzo en el sacrificio defensivo para recuperar hasta siete pelotas en los 79 minutos que estuvo en el terreno de juego, fue la referencia de todos porque los mejoró. De él salió el pase al espacio a la carrera de
Bale que acabó en el último tanto de
Cristiano.
Isco se sintió importante, como desea sentirse con más continuidad en el
Real Madrid. En trece ocasiones entró esta temporada desde el banquillo y en ninguno aportó ni gol ni ninguna asistencia. Un dato que muestra que su mentalidad no es de jugador revulsivo.
La directiva ha ido renovando por fechas en las que finalizaban los contratos de jugadores a todos sus valores menos a
Pepe, con pie y medio fuera del club, y a
Isco. El primer acercamiento quedó en nada y la última propuesta reciente es del gusto del malagueño, pero necesita algo más enfocado a lo deportivo.
No hay dudas de que
Zidane admira el juego de calidad de
Isco. Se ha mojado públicamente con él como con pocos jugadores en elogios y peticiones de renovación. En el pulso que mantenía con el colombiano
James Rodríguez hay un claro ganador. La forma de expresarse hablando de ambos del técnico francés son mundos opuestos.
Son detalles que muestran que el deseo de que Isco siga vestido de blanco es real, pero
Zidane debe decidirse por él en uno de los partidos grandes que llegan. No le valdrán ratos en la segunda mitad y para entrar de inicio, o sienta a
Luka Modric o
Toni Kroos, algo poco probable, o un miembro de la
BBC, aún menos. La pelota está en el tejado del entrenador. La estrella del último derbi ante el
Atlético, es su gran duda.