El Sevilla de Emery no hizo honor al "dicen que nunca se rinde" que con orgullo ha paseado por Europa. Se rindió al City, a un equipo que le triplica en presupuesto, cierto, pero que además puso más intensidad, más velocidad y mejor ocupación de los espacios. Dos mundos que sólo estuvieron a la misma altura un instante, el que necesitó Hart para evitar con una parada magistral el empate a dos. En el resto del partido, tantísima superioridad generó impotencia en el Sevilla y en su afición, desconectada de su equipo en una noche que se prometía mágica y que acabó en profundo desencanto. El músculo del ´toro´ Bony, la potencia de Yaya Touré y Fernandinho, la calidad de Navas en el control -tras saque de Hart- y asistencia en el 1-3; y una incansable ´flecha verde´, Sterling. ¡Quitadle ya la moto al negrito ese, hombre! ¡Por eso lo coge mi hijo siempre en la play-station! Se escuchaba en un público apático obligado a recuperar la fe. Espera el Madrid y aún hay vida en la Champions. ¿Sucumbir... o rebelarse?
Joaquín Adorna
