Lo peor del Sevilla y el gran error de Berizzo

Joaquín AdornaJoaquín Adorna
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Lo peor del Sevilla y el gran error de Berizzo
- Joaquín Adorna (@JoaquinAdornaED)
Se le ha caído el equipo. El Sevilla de Berizzo juega a perder partidos por goleada y a tirar por la borda una identidad competitiva de un equipo ganador labrada en los últimos años a base casta y coraje. De todos los análisis críticos que caben en estos momentos, este último es, con diferencia, el más grave. Este Sevilla baja los brazos, se entrega en la primera adversidad cuando se ve superado por su rival. Algo pasa dentro del vestuario porque los jugadores parecen peores de lo que en teoría son y porque no se atisba un espíritu solidario que haga bueno el sistema -independientemente del dibujo- planteado por el entrenador.

Y de entre los muchos errores de Berizzo, quizás el más dañino haya sido el haber rotado a los futbolistas de manera sistemática, sin premiarles en función de los estados de forma de cada jugador; sin tener presente que hay futbolistas buenos y otros mejores e insustituibles; y sin darse la opción de construir una once fiable y reconocible al que ir incorporando a gente en función de sus méritos, la meritocracia con la que tantas veces se controla el conjunto de grandes egos de un vestuario. Si Ben Yedder hace un hat-trick en Champions ante el Maribor... ¿cómo encaja el jugador su suplencia en el próximo partido? Jugó Muriel, ganó el Sevilla (2-0 al Málaga), pero no es bueno el concepto que se envía al jugador y al plantel, y me atrevería a decir que es pecado capital y responsabilidad única y exclusiva del entrenador no saber aprovechar los picos de gran rendimiento que los futbolistas -y en concreto los delanteros, con sus buenas y malas rachas- tienen a lo largo de una temporada.

Berizzo dice -al menos públicamente- que no va a cambiar, que va a insistir en hacer bueno el sistema con el que ganaba sin jugar bien y sin encajar goles. Sin embargo, se intuye que los jugadores no creen en lo que plantea el técnico. De lo contrario, se hace impensable dos caídas consecutivas en la misma piedra, ante dos equipos letales al contragolpe. La durísima derrota ante el Spartak es inadmisible, pero más aún la humillación sufrida en Valencia, porque llovía sobre mojado y no se atisbó la más mínima señal de reacción en el equipo. O los futbolistas corren menos de lo que se les debe exigir o corren mal, o las dos cosas.

Este Sevilla vive en la permanente necesidad de ganar y no puede permitirse el lujo de pisar un campo minado con dudas. Si Berizzo no logra activar a su plantel para sacar a cada futbolista lo mejor que lleva dentro, malo. Si no es capaz de encontrar con carácter de urgencia las soluciones que exige la profunda crisis deportiva en la que está inmerso su equipo, peor. Cartagena en la Copa del Rey y Leganés en LaLiga van a dictar sentencia. El Sevilla está obligado a ganar, y debería dársele tanta importancia al fondo como a la forma. Si nada cambia, el club tendrá que actuar pronto porque se pueden perder en noviembre la ilusión y los objetivos de toda la temporada.
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