Va a quedar mucho tiempo en la retina: el centro de
Navas, el cabezazo de
Muriel -el gol de
Muriel- y la mano de
De Gea enviando el balón a córner. Tuvo muchas para lograr el tanto que buscó y mereció ante el
Manchester, pero por la espectacularidad de la acción será a la que se recurra, sobre todo, si el
Sevilla no logra el histórico pase a cuartos que busca. Quedará en el recuerdo como quedó imborrable el balón al palo de
Emre en el libre directo que permitió al
Sevilla eliminar al
Basaksehir y meterse en la fase de grupos de la
Champions que ahora disfruta.
En la misma portería en la que
Rico escuchó el impacto de aquel balón en la madera,
De Gea sacó una mano milagrosa y evitó el gol de
Muriel poco después de enviar a córner otro cabezazo de
NZonzi. Tal vez el delantero colombiano debió buscar la colocación en vez de la potencia en su remate, como él mismo reconoció, pero esa errónea decisión no debe restar mérito a los impresionantes reflejos de
De Gea.
Ahí tuvo el
Sevilla la justa recompensa que no encontró en el, posiblemente, mejor partido de la temporada (junto al realizado ante el
Atlético de Madrid, al que concedió bastante más facilidades en defensa que al
Manchester). Magnífico arranque y extraordinario último cuarto de hora en el primer tiempo, justo en las fases en las que
Banega dio la velocidad a la circulación de balón que hacía posible romper la tela de araña montada por
Mourinho. Le costó más en la segunda mitad, pero ganó al
United en todas las facetas. Lo superó en todas las estadísticas (posesión, oportunidades, córners...) y empató por culpa del gol de
Muriel, quedando todo para la vuelta en
Old Trafford.
El
Sevilla de
Montella ya tiene la marcada personalidad de su entrenador. Para un partido de dimensión mundial, ante el tercer equipo más poderoso del mundo tras
Madrid y
Barcelona, contó con el once que ya recitan de memoria los sevillistas y dio un considerable repaso táctico a
Mourinho, que no se ruboriza haciendo jugar como equipo pequeño a un
Manchester United con un plantel millonario plagado de extraordinarios jugadores.
Montella tiene su estilo y lo va a imponer independientemente del potencial del rival al que se enfrente, muy buena señal porque, además, el fútbol que persigue el italiano ha conectado con la grada. A excepción del gol, y de los lógicos momentos de respiro que tuvo que tomarse el equipo en algunas fases del partido, el
Sevilla hizo por primera vez esta temporada un encuentro redondo, completo, manteniendo un ritmo constante sin dientes de sierra y sin errores no forzados en la entrega. No le sirvió para tomar ventaja, tampoco encajó -tan importante como haber marcado- y el pase a cuartos se decidirá en la vuelta, en el
Teatro de los Sueños, con el gol de
Muriel y la mano de
De Gea dando vuelta en la mente de todos los sevillistas.