Porque así lo impide la UEFA, que prohíbe que los estadios lleven nombres o apellidos comerciales en sus competiciones, el impresionante escenario en el que juega el campeón de la Bundesliga, el Allianz -patrocinador- Arena -estadio cubierto-, cambia de nombre para acoger la vuelta de cuartos de final de la Champions. El Bayern de Munich-Sevilla F.C. se juega oficialmente en el
Fußball Arena München, aunque los seguidores bávaros prefieren llamarlo el
Schlauchboot, que podría traducirse al español como
el ´bote inflable´ por su particular forma.
Schlauchboot para el Sevilla. El primero de los dos 'botes salvavidas' al que intenta aferrarse tras su enésimo descalabro liguero. Casualmente hay otros dos detalles relacionados con el estadio en el que el mítico Franz Beckenbauer colocó la primera piedra un 2 de octubre de 2002 que
llenan de simbolismo la previa a una cita decisiva.
De una parte, los jugadores saltan al césped partiendo de la zona baja del mismo, bajo tierra, por lo que se le conoce como 'La salida de los gladiadores'. A una batalla 'mortal', desde luego, se enfrenta el Sevilla en un estadio que, además, como el Sánchez-Pizjuán o el propio juego del Sevilla de Montella,
'cambia de piel' (de colores en su iluminación) en su exterior.
El Sevilla también se ha transformado, hasta la fecha, en los partidos de Copa y Champions, y esa es prácticamente la única esperanza -ver la mejor versión de su equipo- que alimenta el sueño de los casi tres mil sevillistas que protagonizan el mayor desplazamiento europeo en la historia del club.
Si eliminar al United adquirió tintes heroicos,
pocos creen en una milagrosa remontada ante el todopoderoso Bayern, que parte con la ventaja del 1-2 de la ida. 'Mia San Mia',
'Nosotros somos nosotros', dicen los alemanes, orgullosos de su arrolladora manera de entender el fútbol.
El Sevilla de esta campaña no puede presumir de lo mismo, aunque
el espíritu campeón de su reciente historia puede aflorar cuando tiene, aunque lejos, un 'Schlauchboot' al que agarrarse.
Joaquín Adorna
