La mujer que pudo reinar

Juan Miguel JiménezJuan Miguel Jiménez
2 min lectura
La mujer que pudo reinar
- Juan Miguel J. Randado
El escarabajo azul de Elizabeth Hawley acostumbraba a abrirse paso en medio del caos controlado de Katmandú. Desde principios de los 60, la estadounidense, instalada en Nepal como corresponsal de Reuters, sorteaba a menudo la maraña de automóviles para llegar a tiempo a su cita con algún alpinista.

Toda una fiscal del himalayismo, tomaba nota de cada detalle, por anecdótico que pareciera, antes y después de las expediciones. Prontó mutó de periodista a rigurosa documentalista. Aunque nunca quiso ejercer de juez por aquello del rol oficioso, su arbitraje y veredicto contaban con el respeto del mundillo. Sus cientos de entrevistas con montañeros permitieron modelar toda una base de datos de ascensiones y atrapar a algún farsante. Como la surcoreana Oh Eun-sun, desaparecida en combate tras su gesta fallida en el Kanchenjunga, o el holandés Bart Vos, teóricamente desenmascarado por dos veces (Everest y Dhaulagiri).

Miss Hawley, la amiga de Sir Edmund Hillary, la camarada de Reinhold Messner, con quien hace no demasiado compartía confidencias, falleció el pasado viernes a los 94 años sin haber pisado jamás una cumbre. Ni falta que hacía. Las estanterías de su casa, atestadas de apuntes, periódicos y libros, daban fe de su carácter metódico. Una institución, una anomalía, como la etapa más auténtica del montañismo, que también se marcha de su mano. A diferencia del escarabajo azul, varado ahora bajo una pequeña ventana nepalí. Con los 14 ochomiles arropando su silueta.
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