A veces son decisivos y otras pasan más inadvertidos, pero al final siempre suman. Y también siempre van en una misma dirección. El
penalti sobre Mandi, que ni siquiera quiso ver el árbitro -ni el del VAR- pese a que la repetición de la televisión lo dejó claro y a que el propio
Del Cerro Grande tuvo que detener el partido para atender al argelino, sólo es uno más de los muchos agravios sufridos ante el Barcelona en los últimos años.
Pellegrini, al contrario que contra el Real Madrid, ni se refirió a él. Apeló al orgullo que le producía haber competido de tú a tú con el Barça y al mérito que tenía haber tenido opciones hasta el final. Pero, si cabe, esta jugada fue tan decisiva o más que aquel penalti 'provocado' por Borja Mayoral, que no hemos vuelto a ver repetido en todo el campeonato.
La falta llegó justo antes de que Messi saltara al campo, con 1-0 en el marcador, el partido sin un dueño claro y más cerca de decantarse para el Betis que para el Barça. Cinco minutos después, el argentino equilibraba la balanza y todo comenzaba de nuevo, con el añadido de que para entonces el Barça ya había tomado el mando del choque.
Ante el Madrid fue el penalti y la expulsión, pero frente al Barça... Ayer, lo de
Mandi; en el Camp Nou, el gol en fuera de juego de
Messi y la roja al propio argelino; en el 2-3 del pasado año, la no expulsión de
Sergi Roberto, las tres amarillas perdonadas a Busquets, la rigurosa roja a
Fekir tras perseguirlo; y mejor no tirar de hemeroteca porque si no, no acabaríamos.
El Betis lleva trece años sin ganarle al Barça en el Villamarín y el solitario triunfo del equipo de Setién (3-4) en el Camp Nou impide que la sequía sea mayor. Impropia entre dos clásicos de nuestra liga, pese a la diferencia económica entre uno y otro. En caso de igualdad, siempre hay algo que lo impide.
Lo de ayer, más de lo mismo.