Sometidos por momentos por el ataque rojiblanco, el Barcelona sufrió en la primera parte y sólo dio un paso adelante en los últimos minutos de partido, en los que pudo haber decantado el encuentro. Messi estuvo demasiado solo para superar a un rival de este potencial. Griezmann no fue el de otras veces, Busquets acabó en el hospital...
Y Koeman erró en la estrategia para llevar la iniciativa del partido y apeló demasiado tarde a los cambios para poder variarlo en los últimos minutos. Con ello, todo quedó a merced de la magia de Messi, pero fue suficiente.