Joaquín Caparrós dispone de la oportunidad soñada por cualquier director deportivo de demostrar la valía de la plantilla que ha confeccionado y de evidenciar que no se ha equivocado con los fichajes. Obviamente, el utrerano siempre buscará lo mejor para el equipo independientemente de si sus incorporaciones se reivindican o no, pero sí que puede darles el sitio que, por una razón u otra, no le ha otorgado Machín y maximizar su rendimiento.
Así las cosas, es llamativo que en su debut este curso en el banquillo nervionense, la mitad del equipo estuviera compuesto por futbolistas que han llegado durante su breve etapa al frente de la dirección deportiva nervionense. Un total de cinco fichajes partieron en el once titular contra el Espanyol y hubieran sido seis si Vaclik no se hubiese resentido a última hora de sus molestias. En su lugar jugó otra apuesta de Caparrós en verano, ya que prefirió subir al canterano Juan Soriano antes que traer otro portero.
De este modo, en defensa se decantó por Wöber, llegado en el mercado invernal, para ejercer de lateral izquierdo, dando valor a una de las cualidades por la que se fichó al central, la polivalencia. El austriaco cumplió con creces y se lo pondrá difícil a Escudero cuando se recupere de su lesión. Por delante, formó un doble pivote con dos fichajes estivales, casos de Amadou y Gonalons. El camerunés había sumido en el ostracismo por Machín y Caparrós le ha recuperado para dotar de músculo la medular, mientras que el francés se postula como un fijo para el técnico una vez dejado atrás su calvario de lesiones. Promes ya venía siendo titular, pero Caparrós lo ha situado por primera vez en su posición y a André Silva lo ha rescatado tras varias suplencias seguidas.