¿Querían fútbol? ¡Pues tomen las tazas que quieran! Vibrante. Imprevisible. Eléctrico. Espectacular. Un partido de lo más entretenido que cayó del lado del Sevilla FC pero que, aunque pueda parecerlo, no dio la razón a aquellos que demandan un planteamiento más atrevido. Es más, ha reforzado la opinión de Julen Lopetegui, obsesivo amante del control que no es que no es que no disfrute con la exhibición que dieron sus pupilos en la primera hora de juego. Es sólo que no le compensan el sufrimiento por esas pérdidas en campo propio (consecuencia de la relajación pero también de jugar más abiertos) y por tanto vaivén en el marcador: 2-0, 2-1, 4-1, 4-3, 5-3, un penalti que el VAR dice que no es...
La palabra rotación no le gusta, pero Lopetegui sorprendió en el once inicial con jugadores como Óliver, Augustinsson y, sobre todo, Dmitrovic y Munir. También otros como el tocado Koundé, Delaney o el enrachado Rafa Mir, a pesar de que En-Nesyri ya estaba de vuelta. Sin Ocampos, pero con un gran Suso. El resultado fue la mejor versión que se le recuerda al Sevilla FC en mucho tiempo. Y eso, dicho de un equipo ganador, es mucho decir. En el primer día de aforo total en Nervión, los suyos le dieron la bienvenida con un carrusel de ocasiones, momentos de mucho dominio, ritmo de circulación y goles de espectacular factura. Sólo los errores de concentración en la segunda parte (Koundé, Navas y sobre todo Dmitrovic y Diego Carlos) empañaron un poco un partidazo del conjunto blanquirrojo.