Estadio Deportivo5 min lecturaMontevideo, 11 dic (EFE).- La confianza de la directiva del Peñarol en los momentos delicados que atravesó su técnico, Leonardo Ramos, y la apuesta por fichajes de renombre fueron la clave para que el carbonero ganara un campeonato que se veía cuesta arriba tras los malos resultados del primer semestre y concluyera campeón.
Ramos, quien ya había sido campeón uruguayo con el Danubio en el año 2014, tenía como desafíos repetir la coronación y, por lo menos, pasar de fase en la Copa Libertadores, algo que el Peñarol no logra desde 2011.
El equipo mostró desde el inicio una personalidad distinta a la de años anteriores, con un estilo de juego casi avasallador, más cercano al paladar del hincha carbonero.
Pero a pesar de este giro sustancial los resultados no se daban: comenzó la competición continental con una derrota en Bolivia por 6-2 ante el Jorge Wilstermann y en las primeras fechas del Apertura local había acumulado varios empates.
Los peores momentos del semestre se dieron en la misma semana de abril.
En lo local iba ganando el Clásico ante el Nacional por 1-0 y el tricolor rescató un empate en los minutos finales que alejaban a los de Ramos del sueño de coronación.
Y en lo internacional, el Peñarol sacaba un empate clave en suelo brasileño ante el Palmeiras y los locales finalmente lo ganaron en el noveno minuto de adición.
A partir de allí y con muchas fechas por delante, ambos torneos ya se habían puesto cuesta arriba.
Las posibilidades de avanzar en la Copa se vieron reducidas y en lo local debió apostar al torneo siguiente para seguir aspirando a la consagración del campeonato uruguayo.
Pero las esperanzas se renovaban para el Torneo Intermedio -el último del primer semestre- que, si bien ganarlo no lo posicionaba en las finales del Campeonato Uruguayo, los puntos que se sumaran allí aportarían para la Tabla Anual.
El torneo iba bien para los de Ramos que vencieron en las primeras cinco fechas pero en el choque final ante el Defensor Sporting, en busca de la clasificación a la final del torneo, los violetas ganaron con nueve jugadores en el estadio del Peñarol, lo que se transformó en parte grande de la historia violeta.
A partir de allí las críticas asomaron pero el técnico siguió estando en los planes de los dirigentes del club, que además echaron el resto en el período de pases.
El mundialista argentino Maximiliano Rodríguez llegó como la figura acompañado por los ya probados Guillermo Varela, Mathías Corujo y Walter Gargano, más la vuelta al club de Cristian Palacios, el goleador del campeonato.
A su vez, Ramos perdió al baluarte del equipo, Nahitan Nández, quien emigró al Boca Juniors argentino y sobre el final del período de pases arribaron al aurinegro Fabián Estoyanoff y el centro delantero argentino Lucas Viatri, el que generaba más incertidumbre de todos los nuevos.
Pero las peores horas para el entrenador fueron tras un torneo amistoso de invierno cuando el Peñarol perdió ante el Nacional y el Danubio en pocos días y Ramos estuvo a punto de armar las valijas, pero nuevamente tuvo el respaldo dirigencial y a partir de allí el equipo no falló más.
El camino del Clausura fue casi perfecto, solo perdió un partido, e incluso ganó el clásico ante el Nacional, lo que hace tres años no hacía.
Gargano le dio al mediocampo, junto a Cristian 'Cebolla' Rodríguez, un salto de calidad, y Viatri fue fundamental para mejorar el ataque que sumó a la personalidad y el estilo impregnados por Ramos eficacia en el arco rival.
Tras ganar el Torneo Clausura, el Peñarol tuvo que enfrentar al Defensor Sporting para desempatar en el primer puesto de la Tabla Anual y allí, en un partido cerrado y que se encaminaba al 0-0, los de Ramos sacaron fuerzas y se llevaron el triunfo en los descuentos.
La demostración final de personalidad se dio en el partido decisivo por el Campeonato Uruguayo del pasado domingo, también ante el Defensor Sporting, cuando los aurinegros aguantaron en un encuentro parejo y, tras el alargue, embocaron los cuatro penaltis de la tanda y se llevaron la corona de campeón.