Estadio Deportivo5 min lecturaMoscú, 31 ago (EFE).- El ruso Valeri Karpin ha vivido de todo en el mundo del fútbol, ha jugado en varios clubes de la liga rusa y española, ha disputado dos Mundiales y ha sido entrenador del Spartak Moscú, pero nunca se había topado con el reto de dirigir a la selección rusa.
Sin apenas tiempo para preparar al equipo, Karpin se sentará este miércoles en el banquillo en el partido de clasificación mundialista ante Croacia, que no podrá contar con Luka Modric.
Enamorado del fútbol, no pudo resistirse al canto de sirena de la Unión de Fútbol de Rusia (UFR), que necesitaba con urgencia un seleccionador después de caer en la primera fase de la pasada Eurocopa.
UN BANQUILLO CALIENTE
Treinta años después de la caída de la Unión Soviética (1991), la selección rusa ha tenido catorce entrenadores, lo que demuestra que el cargo es una silla caliente.
Rusos como Oleg Romántsev, Valeri Gazzáev, Leonid Slutski o Yuri Siomin, campeones de liga con el Spartak, CSKA y Lokomotiv, respectivamente, no pudieron soportar la presión del cargo.
Stanislav Cherchésov sí llevó al equipo a los cuartos de final del Mundial de Rusia 2018, pero su rendimiento en la última Eurocopa demostró que aquello fue más que nada fruto de la casualidad.
Técnicos de renombre a nivel internacional como el italiano Fabio Capello o el holandés Dick Advocaat también fracasaron en el intento. Clasificaron al equipo nacional para el Mundial de Brasil o la Eurocopa de Ucrania y Polonia, pero no pasaron de la fase de grupos.
Sólo el holandés Guus Hiddink logró granjearse el respeto de la gran mayoría de aficionados rusos. Llevó al equipo a las semifinales de la Eurocopa de 2008, en las que cayó ante España (3-0).
Pero con Hiddink en el banquillo, la progresión del fútbol ruso se vio frenada cuando la selección fue eliminada sorprendentemente por la modesta Eslovenia en la repesca para el Mundial de Sudáfrica. Guus dejó el cargo poco después.
ESCASA EXPERIENCIA
No todos aprobaron el nombramiento de Karpin. Lo apoyó a ciegas Dmitri Alénichev, su antiguo compañero del Spartak y campeón de Europa con el Oporto, pero no Alexandr Mostovói, con el que compartió varios años de éxitos en el Celta de Vigo.
"Por cierto, Karpin como entrenador no ha ganado todavía ningún título. En diez años", comentó Mostovói.
Sea como sea, la selección necesitaba sangre fresca y el elegido fue Karpin, que tras retirarse como jugador en 2005 y después de unos años como hombre de negocios en Galicia, regresó a Rusia en 2008.
Tras sólo un año como director deportivo del Spartak, asumió el cargo de entrenador del equipo más popular de Rusia, al que llevó dos veces al subcampeonato en cinco años en el cargo (2009-14).
Entonces, probó suerte en el Mallorca, en el que pudo dirigir a Marco Asensio, ahora en el Real Madrid, el mejor jugador a su cargo, según sus propias palabras. Fue destituido en febrero de 2015 por los malos resultados.
Recuperó la estabilidad en el Rostov, al que llegó a finales de 2017. Sin llegar a ganar ningún título, el fútbol que practicó, atrevido y entretenido, convenció a la UFR.
AYUDANTES ESPAÑOLES
Tras asumir el cargo, recuperó a uno de sus mejores amigos en el mundo del fútbol, Víctor Onopko, con el que coincidió cuando éste militaba en el Oviedo y él en la Real Sociedad.
Onopko, que trabajó como asistente durante más de diez años en el CSKA Moscú y estaba libre desde finales de 2020, será su entrenador asistente junto a Nikolái Písarev, que jugó en el Mérida (1995-97).
Además, se ha rodeado de dos especialistas españoles. Jonatan Alba trabajará como analista en el equipo nacional, cargo que ya ejerció a las órdenes de Karpin en el Rostov desde 2018. El preparador físico será Luis Casáis Martínez, que trabajó en el Spartak y varios equipos de la liga china.
Sustituirá en el cargo a otro español, Paulino Granero, fichado por Capello en 2012 y que también fue hombre de confianza de Cherchésov durante los últimos cinco años.