COPA SUDAMERICANA

Tras el vendaval del adiós a Tabárez, un 'Furaçao' arrasó el Centenario

Tras el vendaval del adiós a Tabárez, un 'Furaçao' arrasó el Centenario
Tras el vendaval del adiós a Tabárez, un 'Furaçao' arrasó el Centenario - Efe
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Un día después de la noticia que revolucionó el fútbol de Uruguay -y hasta mundial, porque la destitución de Óscar Washington Tabárez como seleccionador celeste dio la vuelta al orbe-, el balompié regresó al Estadio Centenario de Montevideo.

Cinco meses y 17 días después, el balón echó a rodar para la final de la Copa Sudamericana entre los brasileños Athletico Paranaense y Red Bull Bragantino.


El último encuentro antes de las obras de refacción del viejo coliseo montevideano se jugó el 3 de junio entre las selecciones de Paraguay y Uruguay, un empate a cero que supo a poco para los intereses celestes y abrió una crisis que, unido a las goleadas posteriores encajadas en las eliminatorias sudamericanas del Mundial de Catar 2022, culminó con el cese del 'Maestro' este viernes.


Tras el vendaval levantado por la noticia -no por esperada, menos sorprendente tras más de 15 años de dirección al frente del combinado nacional y a falta de solo cuatro fechas para la definición de las plazas mundialistas-, este sábado fue el turno del 'Furaçao'.


El Athletico Paranaense ganó la segunda Copa Sudamericana de su historia, tras la conquistada en 2018 y se convirtió en el primer equipo brasileño en lograrlo, como ya hicieran los argentinos Boca Juniors (2004 y 2005) e Independiente (2010 y 2017).


Sus 'torcedores' ya habían ganado la batalla a los de Bragança Paulista, ya que de los alrededor de 15.000 espectadores que presenciaron la final, únicamente unos 250 apoyaban al club que, en su año de debut en la Sudamericana, se plantó en la instancia decisiva.


Y sus cánticos no cesaron en ningún momento de la tarde, ni siquiera cuando se decretó el preceptivo minuto de silencio en recuerdo de las víctimas de la covid-19.


Nikao, que ya había ganado la Sudamericana en 2018, fue el autor no solo del gol del triunfo por 1-0, sino el primero tras la remodelación del Estadio Centenario.


Otro compañero suyo en aquel equipo campeón, el argentino Lucho González, fue el encargado en los prolegómenos del duelo de portar el trofeo hasta su pedestal a un costado del terreno de juego. Del otro lado de la copa, el brasileño Mauro Silva, un viejo conocido del fútbol español y que, antes de fichar por el Deportivo de La Coruña, en 1992, había sido figura en el Bragantino.


La final habló portugués. Y no solo porque los rivales fueran dos brasileños, como también ocurrirá en una semana con los equipos que pugnarán por la Libertadores en este mismo escenario.


En una suerte de 'Centenariazo' tras aquella bofetada al orgullo brasileño sufrida en 1950 cuando Uruguay arrebató 'su' Mundial a la 'Verdeamarelha', la cancha que albergó la final de 1930 -también ganada por la Celeste- se tiñó de 'torcedores', de música brasileña en los parlantes e, incluso, el locutor que anunciaba goles, tarjetas o cambios también 'falaba portugués'.


La Copa Sudamericana, segundo torneo en importancia del continente, vivió su vigésima definición en un ambiente de fiesta, si bien la presencia de público fue menor a la esperada, a diferencia de lo que ocurrirá dentro de una semana, pues se espera un Centenario colmado para la final de la Libertadores masculina.


Actuación musical de Os Baroes da Pisadinha, referente del forró (estilo musical nordestino), fuegos y coreografías, además de una presentación de los contendientes al mejor nivel del fútbol europeo dieron marco a la celebración del fútbol en un coliseo que se puso lindo para la ocasión.


Gradas más celestes que nunca, iluminación LED con las exigencias de las máximas competiciones internacionales, nueva tribuna de prensa o mejoras en los vestuarios, además de un nuevo marcador electrónico, fueron algunas novedades que pudieron apreciarse en el Centenario.


Sobre su césped, también renovado, este sábado un equipo brasileño se proclamó campeón y lo hizo con un entrenador (y exjugador), Alberto Valentim, cuyo fichaje se conoció precisamente al día siguiente de lograr la clasificación para la final, en septiembre pasado.


El sueño del debutante del 'Furaçao' se cumplió en el escenario -incluso en la misma silla- donde un 'Maestro' dejó algunas de sus últimas lecciones, apenas 24 horas después de que su adiós provocara un auténtico vendaval en Uruguay.


Concepción M. Moreno

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