Estadio Deportivo5 min lecturaBilbao, 5 oct (EFE).- El parón liguero de estas dos semanas se avecina duro para el Athletic Club tras dos dolorosas derrotas seguidas que han deprimido sobremanera a un entorno ya muy desconfiado desde el primer partido de liga y al que han aumentado su desazón la falta de juego y de pegada de su equipo.
DOS DURAS DERROTAS
Fue el choque de Mendizorroza de este domingo ante el Deportivo Alavés el segundo en el que los 'leones' caían por la mínima ante rivales de la parte baja de la tabla que aprovecharon sus oportunidades y terminaron el encuentro en inferioridad numérica.
Fue peor el 0-1 del jueves frente a un Cádiz que jugó desde el inicio de la segunda parte con uno menos, se adelantó ya estando diez contra once y la última media la aguantó con solo nueve; la superioridad numérica del Athletic en Vitoria fue solo a partir del minuto 85 y ya con el 1-0 que resultó definitivo.
LAS QUEJAS DE GARITANO
Pero en ambos choques los de Gaizka Garitano incidieron en unas carencias que lleva tiempo lamentando el técnico.
Aunque Garitano quizás hierre un tanto el tiro, ya que apunta más a la falta de gol que a la de la generación de ocasiones cuando la impresión mayoritaria es que lo que no logra hacer el Athletic es ni juego ni peligro ante la meta rival.
Y ahí al técnico se le pueden buscar ciertas contradicciones. Como la de que se queja de un '9' cuando tiene a su disposición a Iñaki Williams, Raúl García, dos futbolistas acreditados, y Asier Villalibre, un joven prometedor.
LA SEQUÍA DE WILLIAMS
Williams ya estuvo muy bajo tras el confinamiento al término de la temporada anterior y no ha iniciado bien un curso en el que se perdió buena parte de la pretemporada. Consecuencia de ello, encadena más de mil minutos seguidos sin marcar en 15 partidos de los que ninguno ha jugado completo.
Aunque también es verdad que a Williams hay que alimentarle y balones en condiciones le llegan muy pocos. Quien sí consigue contactar con el veloz delantero es Iker Muniain, pero al navarro Garitano le coloca en banda y allí está muy lejos de su amigo para encontrarle con la regularidad que lo hace desde la media punta.
LA UBICACIÓN DEL TRIDENTE
Que Muniain no juegue de media punta con continuidad es uno de los misterios que esconde Gaizka, quien prefiere ahí a Raúl García.
Para Garitano, Raúl es imprescindible por su competitividad, remate y juego aéreo. Pero su conexión con Williams es casi inexistente.
En el Bilbao futbolístico se preguntan porque el técnico no repite una fórmula con la que el equipo funcionó bien en fases de la temporada anterior: Williams en la banda derecha, Muniain de media punta y Raúl arriba.
LA OPCIÓN VILLALIBRE
También se preguntan los aficionados rojiblancos porque Garitano no apuesta ya de una vez por el 'Búfalo' Asier Villalibre ante la buena impresión que da. Algo como lo que ya ha hecho con Unai López, de los pocos que aumenta la creatividad del equipo.
Villalibre se muestra incisivo y goleador la mayoría de las veces que sale, casi siempre con el partido empezado. Pero Garitano no da el paso que sí ha dado con otro más joven aún, Oihan Sancet. Un futbolista más de jugadas que de juego y unidimensional: solo juega de media punta. Curiosamente, donde mejor rinde el capitán Muniain y donde Garitano ve a Raúl, su pieza clave.
EL CRÉDITO DE GARITANO
De todos modos, disquisiciones y opiniones al margen, el de Derio, permanentemente cuestionado por buena parte de la afición por el fútbol por el que apuesta, ya demostró su solvencia para dirigir a esta plantilla en las dos temporadas anteriores.
La primera, levantando a un equipo abocado al descenso y enfilándolo hacia una zona europea que al final se le escapó de los dedos; y la segunda llevándolo a un histórica final de Copa ante la Real Sociedad y manteniéndole también en la pelea por un billete continental hasta casi el final de la temporada.
Lo que no impide que los aficionados estén deprimidos con el decepcionante inicio de curso de su equipo. Un Athletic seco de juego, de pegada y, lo que en fútbol siempre es lo peor, de resultados.
Ramón Orosa