Silencio, se juega un clásico

Silencio, se juega un clásico
Silencio, se juega un clásico
Estadio DeportivoEstadio Deportivo 3 min lectura
La semana en la que se cumplieron veinte años del clásico más ruidoso de la historia, el primero del portugués Luis Figo con la camiseta blanca en la que durante cinco temporadas fue su casa, el Camp Nou acogió el Barcelona-Real Madrid más silencioso de la historia.

Cuenta la historia que los silbidos al portugués el 21 de octubre del 2000 igualaron a los de un avión al despegar. Una escena que contrasta con el sonido del primer clásico afectado por las restricciones provocados por la pandemia de la covid-19.


El último clásico se remonta al pasado 1 de marzo, en el Santiago Bernabéu, pocas semanas antes de que se decretara el estado de alarma que lo obligó a cerrar todo.


Aquella noche, que acabó con victoria blanca (2-0), hubo silbidos y aplausos, mosaico y color en las gradas, ingredientes que, hasta hace unos meses, daban sentido a los partidos de fútbol y también a los clásicos.


Nada que ver con el aspecto que presentó este sábado el Camp Nou. En medio de la segunda ola de la pandemia, Barcelona se despertó también silenciosa. Los bares cerrados, las tiendas abiertas a medio gas y el tráfico lejos al de un sábado prepandémico.


Unas restricciones sanitarias que se notaron, también, en los alrededores del estadio. El horario (16.00 horas) era perfecto para picar algo antes del partido regado con una cerveza en los bares cercanos al templo azulgrana.


Ni comida, ni cerveza. En el exterior, solo coches y alguna tenderete de 'souvenirs' con camisetas de futbolistas de ambos equipos.


Y en el Camp Nou reinaba la tranquilidad. El Real Madrid gozó de una de las llegadas en autobús más plácidas de los últimos años, lejos de la vivida el año pasado, en un partido marcado por las protestas políticas en Cataluña.


Ni silbidos, ni el olor a bocadillo de butifarra del Camp Nou, ni el mosaico azulgrana que, hasta hace menos de un año, engalana la previa de los Barcelona-Real Madrid. Tampoco muchos periodistas pudieron vivir en directo el clásico más singular de todos los clásicos. De los 900 profesionales habituales acreditados se pasó a los 150 de este año.


El club azulgrana intentó animar a sus jugadores en la previa tirando de megafonía. Durante el calentamiento se escucharon los cánticos de animación que, antes de la pandemia, se escuchaba en el Camp Nou, mientras que cuando ambos equipos saltaron sonó el himno azulgrana a capella. Artificios para animar el clásico del silencio.


Víctor Martí

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