El año en el que Christian Bragarnik impuso por fin su modelo

El año en el que Christian Bragarnik impuso por fin su modelo
El año en el que Christian Bragarnik impuso por fin su modelo - Pablo Verdú
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El año 2021 pasará a la historia del Elche como el primero en el que el propietario del club, el empresario argentino Christian Bragarnik, asumió el control total de la entidad tras haber adquirido la propiedad en diciembre de 2019.

El agente futbolístico compró el paquete accionarial del club en diciembre de 2019, pero durante los primeros meses de 2020 no quiso interferir en el día a día de la entidad y se limitó a recopilar información del Elche.

Posteriormente, la pandemia le obligó a estar alejado de Elche durante muchos meses, motivo por el que mantuvo la estructura heredada, sobre todo a partir del inesperado éxito del ascenso a Primera.

Más allá de decisiones deportivas, el mandato de Bragarnik no influyó de forma determinante en el Elche, que vivió un periodo de tranquilidad institucional gracias, en parte, a los éxitos del equipo. El club cuenta con un consejo de administración formado por hombres de plena confianza del argentino, por lo que su poder de decisión es absoluto.

No fue hasta el inicio de 2021 cuando el dirigente comenzó a tomar decisiones importantes. En enero se produjo la salida del Elche de Patricia Rodríguez, la directora general de la entidad, quien había llegado al club dos años antes de la mano de José Sepulcre, anterior propietario del club.

Bragarnik afirmó que se tomaba un tiempo para cubrir la vacante de Rodríguez, aunque finalmente asumió su papel en la dirección del club, así como su representación en los eventos de la patronal del campeonato.

Poco antes de comenzar la temporada, y tras la permanencia en Primera, también abandonó la entidad Nico Rodríguez, el director deportivo, quien asumió desde el cambio en la propiedad que no iba a gozar de plena independencia en su parcela de trabajo.

Bragarnik, representante de jugadores, ya había ejercido su influencia en anteriores mercados con la llegada de varios argentinos, pero ante la nueva temporada fue más evidente tras los fichajes de sus compatriotas Javier Pastore y, sobre todo, Darío Benedetto, quien además es su socio en la empresa propietaria del Elche.

El empresario, sin embargo, ha mostrado también flexibilidad en el manejo del día a día, apoyándose en la parcela deportiva en Sergio Mantecón, técnico de la casa y secretario técnico, y en la representación de la entidad por el presidente, Joaquín Buitrago.

Bragarnik asumió toda la responsabilidad en la contratación y posterior despido de Fran Escribá, ídolo de la afición ilicitana, así como las negociaciones para el fichaje del actual técnico, Francisco Rodríguez.

También el argentino ha tomado las riendas de un viejo proyecto del club y ha dado la orden de adquirir unos terrenos para levantar la futura Ciudad Deportiva del Elche, fundamental para los planes de futuro del dirigente.

Otro de los proyectos del mandatario es acometer una profunda reforma del estadio con el objetivo de hacer del Martínez Valero un foco de atracción y una instalación capaz de organizar todo tipo de eventos.

El entorno del club ilicitano, muy crítico con sus máximos dirigentes en otras etapas, asume ahora con naturalidad la realidad de la entidad. Bragarnik, poco dado a aparecer en los medios, es el propietario y él decide.

El argentino ha demostrado, además, ser un dirigente con buena estrella, ya que adquirió un equipo en Segunda y en apenas año y medio vivió un ascenso épico y una permanencia en Primera casi milagrosa.

Todas sus decisiones, a corto y medio plazo, han funcionado, por lo que nadie discute un proyecto que le ha cambiado la cara al club.

 

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