Estadio Deportivo3 min lecturaBarcelona, 17 sep (EFE).- El Espanyol ha firmado un inicio de temporada ilusionante, con siete puntos de doce posibles, a las órdenes de un técnico, Joan Francesc Ferrer 'Rubi', que apuesta un fútbol ofensivo, alegre, vistoso y sin complejos que ha enganchado a la afición periquita.
El cuadro blanquiazul, con apenas dos fichajes este verano, Borja Iglesias y Roberto Rosales, ha puesto los focos en su juego y en su carácter. El del Espanyol es un fútbol bonito y su trabajo desprende ambición. Rubi, siempre con los pies en el suelo, ha convencido a sus pupilos de que pueden aspirar a lo más alto.
Menos en el partido contra el Valencia, y por muy poco, los catalanes siempre han tenido más posesión que el rival. Atacan con criterio, adelantan la línea defensiva y exhiben un rendimiento físico notable. Como conjunto, el cuadro periquito ha funcionado en tiempo récord y el once está muy claro: desde el inicio es idéntico.
El entrenador mima el detalle. Es perfeccionista y sabe que todavía queda mucho camino por delante para ver el Espanyol que quiere.
Una frase del catalán tras la victoria contra el Levante es síntoma de lo pulido que desea ver a su equipo. "Todavía nos falta mejorar en los saques de banda", afirmó.
En cualquier caso, el preparador traslada el mérito a sus jugadores. Sin calidad individual no se entenderían los resultados del equipo: David López y Hermoso brillan en el eje de la defensa, Darder mueve al equipo con criterio y celeridad y Sergio García, con 35 años, parece haber recuperado su mejor versión en esta campaña.
El plan está saliendo bien. "Podemos ganar a cualquiera", afirmaba Darder tras ganar al Levante. El Espanyol está en zona europea y, aunque el vestuario no mira la tabla a estas alturas del curso, es una muestra clara de que la afición tiene derecho a emocionarse con la era Rubi.
Este sábado, los blanquiazules se enfrentan al Real Madrid en el Santiago Bernabéu. Los futbolistas ya han advertido que desean dar guerra en el feudo blanco. Todos son conscientes del potencia del anfitrión, pero la intención es competir y mantener la confianza y el crédito de cara al resto de la campaña. Es una carrera de fondo.