Estadio Deportivo2 min lecturaEl Espanyol, después de la derrota de este domingo contra el Leganés en el RCDE Stadium (0-1), ha dicho adiós virtualmente a sus opciones de seguir en Primera división la temporada que viene, ya que se encuentra a once puntos de la permanencia y solo quedan doce por disputarse.
La versión del equipo que se vio ayer frente al conjunto de Javier Aguirre fue excesivamente gris. La afición está muy desencantada con el rendimiento de un bloque que nunca ha encontrado la regularidad en la presente campaña: cuatro entrenadores distintos no han impedido un desenlace fatal.
El actual técnico, y también director deportivo, Francisco Joaquín Pérez Rufete, pidió perdón después del compromiso a la grada blanquiazul. La permanencia es prácticamente utópica y el objetivo principal ahora es defender con orgullo la camiseta de un club centenario hasta el final.
En este sentido, este miércoles el Espanyol visita al Barcelona en el Camp Nou. Es un derbi y puede ser el único momento de reivindicación de la plantilla blanquiazul, pero también puede suponer el descenso matemático a Segunda división en el feudo del eterno rival.
El vestuario blanquiazul está muy tocado anímicamente. "Es muy duro, debería suceder un milagro", afirmó David López tras caer contra el Leganés.
La consigna del conjunto catalán es clara: exprimir su rendimiento hasta el final de temporada y evitar ser la peor versión del equipo de la historia.
Con este contexto, la dirección deportiva de la entidad ya piensa en la siguiente temporada. Si se confirma el descenso, el Espanyol tendrá un presupuesto y un límite salarial que le permitirá aspirar, con todas las garantías, con un regreso a la élite. Aunque antes debe acabar una campaña para olvidar.