Kubo ilumina la espesura del Getafe

Kubo ilumina la espesura del Getafe
Kubo ilumina la espesura del Getafe
Estadio DeportivoEstadio Deportivo 4 min lectura
Acostumbrado al banquillo en las últimas seis jornadas, la aparición del japonés Takefusa Kubo en el once del Getafe tuvo un efecto balsámico en la imaginación de un equipo necesitado de un guía que alimente la creatividad de la que carece en los últimos tiempos.

 

El choque frente al Elche mostró algunas de las virtudes de un futbolista que necesita continuidad para asentarse en una categoría en la que no consigue salir siempre al campo desde el inicio. Rebotado del Villarreal a mitad de curso por sus escasas apariciones en los onces ligueros de Emery, el jugador cedido por el Real Madrid tampoco se ha hecho imprescindible en el Getafe de José Bordalás.

Kubo llegó al club madrileño hace poco más de dos meses. En plena tormenta Filomena apareció junto a Carles Aleñá como un soplo de aire fresco para un equipo en la UVI. Ambos, sin apenas entrenarse junto al resto de sus compañeros, iniciaron su andadura en el Getafe frente al Elche en el estadio Martínez Valero.


Allí, el jugador nipón dio una exhibición en los minutos que disfrutó de la segunda parte. Fue una pieza clave en la victoria de su equipo, que ganó 1-3 ante un rival directo por el descenso para tomar moral con sus nuevas piezas. Ambas, elevadas por la euforia de su estreno, consiguieron una titularidad casi inmediata.


En concreto, Kubo repitió en el once cuatro jornadas más. Sin embargo, su relevancia se fue diluyendo poco a poco y Bordalás volvió a sus orígenes para colocar en su sitio a un hombre con más colmillo que técnica: Allan Nyom.


Huérfano de la zona derecha del centro del campo en la que Kubo hacía diabluras a pierna cambiada, Kubo sufrió el ostracismo del banquillo durante las últimas seis jornadas. Tuvo minutos en las segundas partes, con poca incidencia, e incluso no jugó nada en choques de postín como el que el Getafe empató sin goles ante el Atlético de Madrid hace una semana.


Sin embargo, la expulsión de Nyom ante el cuadro rojiblanco de nuevo le abrió las puertas de la titularidad. Sin su aguerrido compañero y también con la necesidad de Bordalás de dar un vuelco al juego poco lúcido en ataque de su equipo, Kubo apareció de nuevo ante el Elche.


Y, como en el choque de ida, volvió a hacer de las suyas. Mostró toda la clase que atesora que le valió un fichaje por el Real Madrid. El Elche sufrió a Take Kubo durante los 72 minutos que estuvo sobre el terreno de juego antes de ser sustituido por Francisco Portillo.


Buenos controles, pases filtrados entre líneas, desborde, cambios de ritmo inesperados, precisión en el lanzamiento de faltas, ocasiones de gol y una asistencia al turco Enes Ünal rellenaron el currículum de un jugador que pide a gritos más responsabilidad.


Se fue aplaudido por sus compañeros. Bordalás le dio unas palmaditas y una cariñosa colleja. Reconoció su trabajo. Sin el japonés, el Getafe probablemente habría vuelto a morir de aburrimiento y de falta de ideas en ataque. Aleñá no habría sido suficiente.


Sin duda, Kubo iluminó a un equipo que no rinde pleitesía a unas florituras que cuando aparecen, sin embargo, sí las aplaude. Seguro que Bordalás tomó nota. En Pamplona, ante Osasuna el próximo fin de semana, Kubo podría tener otra oportunidad. Sólo el regreso de Nyom y la vuelta a un fútbol más conservador podría condenar al hombre que ilumina la espesura del Getafe.


Juan José Lahuerta

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