Ernesto Valverde, Joan Francesc Ferrer 'Rubi' y Eusebio Sacristán, los entrenadores de los tres equipos catalanes que militan en LaLiga Santander, aparcaron por un momento el estrés del día a día y se relajaron para ahondar en el legado que ha dejado Johan Cruyff en sus respectivas carreras.
En el segundo acto de homenaje a Cruyff organizado por los 'Amigos de Johan' en el auditorio de Mediapro en Barcelona, los técnicos del Barcelona, del Girona y del Espanyol conversaron sobre la influencia de la leyenda holandesa en las ideas futbolísticas que intentan materializar en sus equipos.
Fue una conversación puramente futbolística con el balón y Johan como únicos protagonistas. El título de la misma -'Si tu tienes el balón...'- ya era una declaración de intenciones.
Ni Valverde tuvo que referirse a la poca puntualidad de Dembélé, ni 'Rubi' hablar sobre el posible penalti que el arbitro y el VAR no vieron en Sevilla, ni Eusebio Sacristán lamentar las múltiples lesiones que arrastra su equipo.
Con los periodistas Ricard Torquemada y Pere Escobar repartiendo juego, el 'cruyffismo' unió a tres rivales, dos de ellos -Ernesto y Eusebio- coincidieron con Cruyff en el Barcelona, mientras que 'Rubi' lo vivió desde fuera, aunque la huella del holandés, según subrayó, también es perceptible en su mirada futbolística.
"La influencia de Johan hacia mí ha sido en el subconsciente. Me dicen que estoy 'loco' por algunos planteamientos y a veces pienso: 'esto no lo has copiado, pero te ha entrado sin querer'. He sido también un loco del equilibrio defensivo, pero la idea es clara. Si tienes el balón, mandas tú", precisó el entrenador del Espanyol.
Una experiencia distinta a la de Valverde y Eusebio, que vivieron en primera persona cómo Cruyff revolucionó el Barcelona entre el 1988 y el 1996.
En un ambiente distendido, ambos explicaron algunas anécdotas de Johan como entrenador y ensalzaron su poder de convicción. Valverde, que jugó en el Barcelona entre 1988 y el 1990, recordó que ser entrenado por una leyenda del fútbol imponía respeto.
"Estamos hablando de uno de los mejores jugadores de la historia y cuando llega al vestuario eres consciente de ello. Si te dice de subir ese monte, lo subes. Con el tiempo, se crea escuela y es algo que admira todo el mundo, no solo por lo que se consigue, sino por el cómo", rememoró Valverde.
Eusebio, que jugó hasta el 1995 a las ordenes del entrenador holandés, guarda con nostalgia los entrenamientos: "Cuando fiché, fue un flechazo, una pasada (...). Llegué y solo con el rombo en la medular tenía muchas más opciones para jugar. Los entrenamientos eran pasarnos el balón los unos a los otros y eso era lo mejor que yo sabía hacer".
Aunque no siempre era fácil entrenar con Cruyff, reconoció Eusebio entre risas. "En el día a día, a veces era complicado. Te daba un pase y te preguntaba por qué no estabas ahí colocado; se la dabas tú y te reclamaba la pelota al pie".
Más allá de las anécdotas, la filosofía futbolística que Johan implementó con el balón como protagonista fue la auténtica protagonista de la noche.
Rubi, Valverde y Eusebio se confesaron como unos incondicionales de dominar los partidos con el esférico. "Yo lo paso fatal cuando no tengo el balón", resaltó Rubi. "Tener el balón, hace que los jugadores estén felices y se diviertan. Cuando no lo tienen, se cansan", advirtió Eusebio.
Y Valverde remató: "Cuando el balón no lo tienes y lo tiene el contrario te pones muy nervioso, pero tienes que se consecuente con lo que quieres: si quieres la pelota, tienes que ser agresivo cuando no la tienes. Si tu quieres no perderla, no quieres que el rival la tenga. Es una pelea continua".
Aunque más allá de la filosofía, lo que queda es el legado de Cruyff, algo que Eusebio describió con cierta emoción: "Nos hizo disfrutar, hicimos disfrutar a mucha gente, llegamos a conseguir éxito y, a través del éxito, llega la credibilidad. A partir de ahí, todos los que lo hemos vivido, hemos intentado darle continuidad.
En algo menos de una hora y media, tres entrenadores de élite demostraron que también saben atacar encima de un escenario. Quizá cumplieron la máxima del homenajeado: Salieron y disfrutaron gracias a Cruyff y a su balón.