FÚTBOL REAL MADRID-ATLÉTICO MADRID

El jeroglífico de Simeone

El jeroglífico de Simeone
El jeroglífico de Simeone
Estadio DeportivoEstadio Deportivo 6 min lectura

Madrid, 12 dic (EFE).- Hubo un tiempo en el que el derbi mutó, por mérito de Diego Simeone, de catorce años de propiedad del Real Madrid a una secuencia de revanchas de pronóstico imprevisible, de confrontaciones emocionantes, intensas, competidas, incluso en las alturas de las finales de la Liga de Campeones o de la Supercopa de Europa, la última vez, el 15 de agosto de 2018, que el Atlético de Madrid le ganó un duelo al conjunto blanco, transformado desde entonces en un jeroglífico del que no ha salido vencedor.

Son ya ocho derbis consecutivos sin victoria. Once si se concreta solo en la Liga. Siempre está el matiz del empate frecuente, hoy por hoy ni eso, hoy por hoy inútil para su conjunto, sin margen de error, enredado en la indefinición, lejos del nivel y la potencia que se le presupone y quizá, cuando tan solo atraviesa diciembre, ajeno a LaLiga Santander, a la pelea por un título del que fue el último ganador, aunque hoy no queda rastro de aquel campeón, ni en su transición ofensiva ni en su presión ni, sobre todo, en su incontenible contundencia.

A esa cualidad, quizá la más determinante en un fútbol que se mueve tanto en el mínimo detalle, en el que cada táctica, cada empeño del entrenador, cada movimiento rival, condiciona todo lo que se propone, suele atribuirle Simeone un papel esencial en el rendimiento de un equipo, en el dominio de las áreas que hoy no posee su equipo, alejado de todo lo que fue en la suya y de todo lo que debe ser en la contraria. Más en el Bernabéu.

Hace un año, en el estadio Alfredo Di Stéfano, el Real Madrid lo desfiguró con una presión alta que lo devoró en el primer acto. Este domingo, la rotundidad de una volea perfecta de Benzema, a pase de Vinicius desde la banda izquierda, la posición contraria a la suya de partido, descubrió la grieta del Atlético, que tiene un problema defensivo pero también de velocidad en el medio campo, de fútbol o de presión que se acentuó en otro derbi decepcionante para el conjunto rojiblanco, a 13 puntos del liderato tras 17 jornadas de Liga.

A Simeone no le salió ninguna de sus combinaciones desde las que visionó el derbi. Ni la puesta en escena ni el desarrollo ni el desenlace. Ninguno de las variantes que empleó, quizá un rato al inicio del segundo tiempo, cuando dio recorrido a Joao Félix y Thomas Lemar, de inicio suplentes, cuando el Atlético realmente se sintió más dentro de un partido que perdía desde el cuarto de hora, desde el 1-0 de Benzema.

El atacante francés dinamitó, en colaboracion de Vinicius, el primer plan del Cholo, que partió con un 4-4-2, que prefirió a Yannick Carrasco en lugar de Lemar dentro de la estructura y el encuentro que había imaginado y que contó con Matheus Cunha, entre las molestias que sufrió el pasado martes Luis Suárez y las características del oro olímpico brasileño, que no dispuso de ninguna ocasión hasta el minuto 50. El segundo tiempo.

Porque el Atlético no funcionó vestido con su primer traje en ataque. A Antoine Griezmann, relevado al descanso, no se le vio más que para lanzar una falta directa que exigió la única parada de Courtois en el primer tiempo. El atacante francés es indispensable para que todo fluya como debe en el aspecto ofensivo. Ni lo permitió el Real Madrid ni lo supo lanzar el equipo rojiblanco, atascado en la intranscendencia cada vez que cruzó su medio campo.

Al descanso, Simeone movió su equipo: prescindió de Griezmann y de Carrasco y dio recorrido a Joao Félix y Lemar. Lo logró de inmediato. El portugués tiene espíritu de rebeldía, no se conforma con el papel secundario al que le ha relegado en la actualidad Simeone, nada más titular en uno de sus últimos ocho choques -tres se los perdió por lesión-, y lo demostró como se le pide, sobre el campo. Una ocasión y un pase perfecto a Cunha en los primeros cinco minutos después del intermedio. Y Lemar le da otro ritmo.

Tampoco fue suficiente para alterar el partido. Porque Cunha, cuando remata no es Suárez, y porque el Atlético se derrite en defensa en cuanto siente el calor de su rival. El contragolpe del 2-0 puso en evidencia a Felipe, desubicado todo el partido, y a una defensa de circunstancias, sin José María Giménez ni Stefan Savic, sus dos centrales más titulares.

El tercer plan de Simeone, a la hora de partido, ya con la losa insoportable que suponía el 2-0, fue recurrir a Luis Suarez y a Renan Lodi para recolocar a Kondogbia en el medio. Demasiado desafío para el atacante uruguayo en la dinámica que se movía su equipo. Es un goleador irrebatible, infinito, pero de área. Sin ocasiones no hay goles. La última la tuvo Joao Félix. Demasiado tarde. Reducido de nuevo en el Santiago Bernabéu, el Atlético no gana allí desde 2016. Hace un lustro. Es un nuevo jeroglífico para Simeone.

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