El primer "alirón" txuriurdin cumple 40 años

El primer "alirón" txuriurdin cumple 40 años
El primer "alirón" txuriurdin cumple 40 años
Estadio DeportivoEstadio Deportivo 7 min lectura
El paso del tiempo agranda las gestas más épicas. Esas logradas al límite, contra pronóstico, cuando todo parece perdido. Aquellas que, como el mítico gol de Zamora hace cuarenta años, la tarde del 26 abril de 1981 permitió a la Real Sociedad entonar su primer "alirón" liguero.

La milagrosa forma en la que, casi con el tiempo cumplido, aquel balón raso impactó en el guardameta Jesús Castro (hermano del mítico Quini) antes de coger altura y colarse en la portería del Sporting, permanece grabada a fuego, como un icono txuriurdin, en generaciones de realistas.


Los más afortunados vivieron ese agónico empate a dos que valió una Liga desde las gradas de El Molinón, teñidas de azul y blanco por los más de diez mil realistas desplazados a Gijón, pero la mayoría tuvo que conformarse con escuchar aquellos angustiosos últimos minutos por la radio, desde las casas, los bares, las sociedades y las calles de toda Gipuzkoa.


La Real Sociedad había llegado líder a la última jornada de Liga con un punto de ventaja sobre el Real Madrid, al que también tenía ganado el "gol average".


Los donostiarras debían al menos firmar tablas en su visita al Sporting para lograr su primera Liga, esa que un año atrás habían dejado escapar ante el Sevilla en el último aliento de una campaña recordada por su mítico récord de imbatibilidad tras 32 jornadas sin conocer la derrota. A los blancos sólo le servía ganar en Valladolid.


La tarde no pudo empezar mejor para los donostiarras que se adelantaron con un gol de penalti transformado por Kortabarria, pero al filo del descanso los locales empataron por medio de Mesa, quien asestó el más cruel de los golpes a las ilusiones txuriurdines cuando volvió a marcar sólo un minuto después de la reanudación.


Aunque aún quedaba casi medio tiempo por delante, las malas noticias del estadio José Zorrilla, donde el Madrid se imponía al Valladolid, empezaron a afectar a los realistas que, lastrados por el barro, las imprecisiones y las pérdidas de tiempo, chocaban una y otra vez contra el muro de un Sporting atrincherado en su campo.


Con el 2-1 en el marcador y la sombra del fracaso sobrevolando El Molinón, los instantes finales tomaron visos de irrealidad para una Real desesperada que volvía a ver incrédula como el Campeonato de Liga se evaporaba ante sus ojos, en otra fatídica última jornada de Liga.


En aquellos tiempos de transistores, aferrada a un último hilo de incertidumbre, toda Gipuzkoa, impotente, nerviosa y angustiada, esperaba el milagro ante la radio.


"En este último minuto, aunque ya todo creemos que prácticamente está perdido, Castro no se da ninguna prisa en sacar de puerta", narraba en las ondas el mítico periodista deportivo Josean Alkorta.


Perdida toda esperanza, su relato de los instantes postreros del partido quedó inexorablemente unido a la gesta que aún estaba por llegar.


"Los jugadores de la Real Sociedad reclaman al árbitro que no pierda tiempo, pero ya creemos que está todo perdido", insistía resignado Alkorta.


Mientras comenzaba a asimilar la "decepción", un fallido "disparo" de "Bixio" Gorriz llegó a Zamora en medio del área y quebró la voz del locutor: "¡Atención, Zamora tiene la pelota... tira y... gooooool!


Su desgarrado grito liberador, coreado por decenas de miles de gargantas en miles de hogares txuriurdin, desató la alegría en toda Gipuzkoa, mientras Zamora, en una imagen para la posteridad, se aferraba a las vallas de El Molinón para unirse a la locura colectiva de los aficionados, abrazado por el resto de sus compañeros.


"Yo siempre digo que el tiro de 'Bixio' fue el mejor pase del mundo porque valió para alcanzar el título", ha explicado desde entonces Jesús Mari Zamora en incontables ocasiones en las que tampoco ha ocultado que la Real contó esa vez con la "suerte" que un año antes le había faltado.


Una opinión compartida también por Gorriz, su "asistente" de aquella tarde, quien sin embargo considera que lo verdaderamente importante aquel día fue la "fe" en sus posibilidades que puso en el campo "todo el equipo", como no se cansa de repetir desde entonces.


Tras tocar el cielo cuando el colegiado Enriquez Negreira pitó el final del partido, la expedición realista regresó a San Sebastián en loor de multitudes, recorriendo en autobús casi toda Gipuzkoa, agasajados como héroes en cada uno de los pueblos, y con un recibimiento final en el Ayuntamiento donostiarra en cuya balconada se comprometieron a volver a ganar la Liga, como así hicieron al año siguiente.


El equipo convertido en leyenda realista, con un once mítico integrado por Arconada, Celayeta, Gorriz, Kortabarria, Olaizola, Diego, Alonso, Zamora, Idígoras, Satrustegi y López Ufarte, cosechó en aquella época simpatías en los lugares más insospechados y todos los niños querían tener a aquellos jugadores en sus álbumes de cromos.


Sus glorias, ya lejanas, encumbraron a la Real Sociedad, uno de los clubes fundadores de la competición española, entre los pocos elegidos que cuentan con algún título de Liga en su palmarés.


Esas mismas estanterías que hace tan sólo unos días fueron desempolvadas para recibir la tercera Copa del Rey del club, conquistada en un derbi para la eternidad ante su histórico rival, el Athletic Club.


Unas vitrinas que ahora permanecen abiertas esperando, quien sabe si tal vez a no mucho tardar, otro nuevo gran título que los Oyarzabal, Merino, Silva, Portu, Isak y compañía, la nueva "generación de oro" de la Real Sociedad, confía en poder alcanzar.


Por Carlos López Izquierdo

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