Un club vendedor

Un club vendedor
- Álvaro Palomo
Álvaro PalomoÁlvaro Palomo 2 min lectura
Los ciclos de bonanza y de éxitos conllevan intrínsecamente el riesgo de perder la perspectiva y olvidar los orígenes. La capacidad crítica se endurece en el sentido negativo y el listón sube tan rápido como después cuesta bajarlo, lo que a la larga deriva en una resaca plena de decepción por haber despegado demasiado los pies del suelo, algo, que por otra parte, resulta prácticamente inevitable. La clave consiste en saber empezar de cero, no mirando atrás, pero sí utilizando la experiencia acumulada por el camino.

El Sevilla creció a partir de una buena gestión de los beneficios obtenidos por la venta de sus futbolistas más importantes, de canteranos como Sergio Ramos o puntales como Baptista. Con la filosofía de club vendedor amasó una inmensa fortuna de ilusión y llegó a situarse en la cima del fútbol mundial. Pero parece que muchos ya no recuerdan cómo empezó todo, cuál fue el punto de partida del gran Sevilla y se critica la política de salidas llevadas a cabo por Del Nido en el presente verano, sobre todo en lo referente a los productos de la tierra, casos de Navas y Luis Alberto. Es muy lícito recriminarle el dispendio que en el club se ha realizado durante varios años con numerosos fichajes costosos que han fracasado y dilapidado lo embolsado con las numerosas ventas millonarias -en el verano de 2008 ingresó más de 60 millones-. Y no cabe duda que estos errores han conducido a los blancos a una situación de necesidad económica, pero esto no quita que la realidad del Sevilla, como la de todos los clubes españoles a excepción de los todopoderosos en tiempos de crisis, sea la de vender para crecer. Contexto en el que los traspasos hechos hasta ahora son merecedores de una buena nota.
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