Da qué pensar que cualquiera de los nuestros un día pudiera caer en manos ajenas. A Málaga llegó el jeque Al Thani como un tsunami taco en mano. Tras la Champions y un negocio fallido en Puerto Banús, lo que queda son migajas a las que intenta sacar partido Gracia, uno de los técnicos que gusta en el Sevilla por su enorme seriedad.
La institución se dirige bajo un disfraz de malaguismo, pero la realidad es que todo se dicta en una rama de la familia real saudí. Eso no tiene que ser ni bueno ni malo forzósamente, depende de lo que quiera la gente de Málaga. El aficionado ve y va poco más allá de la pelota.
Han pasado 30 años de aquel empate pactado que condenó a La Rosaleda. Años después, refundación con cambio de ´naming´, renacimiento, concurso y tras tanta lucha, hace un lustro el club se vende como se vende de todo, y más en fútbol. Ahora que se nos llena la boca de emociones y sevillanía porque desaparecerá Lopera del mapa y surgen dudas sobre si los Del Nido romperán el orden establecido, ahora, es cuando debemos dar valor a que béticos y sevillistas estén aún al mando.
Peter Lim acabó con todo en Valencia y mientras la salud económica lo permita no pasarán, pero no se engañen: en pocos años el fútbol español correrá parecida suerte a la Premier. Los clubes ingleses lo son en apariencia porque en su mayoría están en manos de multimillonarios (Manchester United) jeques (Manchester City), magnates del Este (Chelsea), fondos de inversión (el del Arsenal es de origen judío) o personajes de dudosa reputación como el tal David Sullivan, rey del cibersexo, uno de los dueños del West Ham.
Así que si algún día llegan aquí prometiendo títulos y Champions, ¿venderían su alma?
Eduardo Gil2 min lectura