A Quique Pina le ha dado un ataque orwelliano. El ´gran hermano´ que todo lo ve y todo lo apunta, amenaza ahora el estadio de Los Cármenes. Lo mismo el dron que le vale a Sandoval entre semana en los entrenamientos, le vale los domingos al presidente granadinista para vigilar el graderío y ver así quién merece descuento de animación o no. Es algo parecido a lo que padecimos cuando Tebas, queriendo expiar las culpas colchoneras, puso el foco en los aficionados de otros clubes con su habitual informe sobre la violencia verbal, que tantos titulares ha dado, para no acabar sancionando a nada ni a nadie. Así que en esas estamos. No sólo se permite armar jaleo en la tribuna, más bien se exige, pero cuidadito con esa boquita que se pueden herir sensibilidades. Y si el equipo no marcha, ni se le ocurra pitar al palco porque antes de tener que llevarme el equipo a otra ciudad, echo al que pita del campo, aunque sea municipal y de propiedad pública. Ni Gil, ni Lopera, ni Del Nido, ni Florentino se atrevieron a tanto. Todo es que cuele y cunda el ejemplo, ya verán.
Eduardo Gil2 min lectura