Yo digo

¿Tranquilidad?

¿Tranquilidad?
- Antonio Medina (03/03/2016)
Antonio José MedinaAntonio José Medina 3 min lectura
Tranquilidad. Ésa es la primera palabra que ayer trataba de transmitir Juan Merino y que contrastaba con la seriedad que realmente reflejaba.
Sensaciones positivas. Es lo que, según él, le habían dejado los últimos encuentros, pese a empatar ante dos rivales directos en el Benito Villamarín desperdiciando en el primer duelo un claro dominio ante un rival cansado y, en el segundo, dos tantos de ventaja.

Seguridad. Es lo que el técnico verdiblanco aprecia en sus hombres y en el ambiente que vive el equipo en general tras cuatro partidos sin perder.
Sin embargo, la realidad es que si hoy pierde en Cornellá-El Prat, pese a que los resultados le han acompañado en lo que llevamos de jornada, estará más cerca del descenso por el duelo que deben disputar media hora antes dos rivales directos. Y el domingo viene el Granada. No es para confiarse ni para estar tranquilo, y mucho menos seguro. Aunque, como a Juan, a mí, el Betis de los últimos partidos me haya dejado las mismas buenas sensaciones, especialmente por lo que ha aportado Musonda Junior, por la creciente mejoría del peruano Juan Vargas, que cada vez recuerda más al que deslumbraba en Italia, por la consolidación de Pezzella, que ha hecho olvidar la ausencia de Westermann, y por la recuperación del olfato goleador de Rubén Castro, quien tras su habitual periodo de sequía de todos los años, vuelve a ser el de siempre. Está claro que si las piezas claves funcionan, como ahora está ocurriendo, y no hay nada que distraiga del objetivo, el Betis tiene equipo para no pasar apuros. Eso es lo que sí me da tranquilidad a mí y no la situación actual.

Por eso es tan importante que esta noche, al menos, no se pierda ante un rival directo, que además tendría el 'goal average' a su favor. Salir vivo de estos cuatro días puede ser la clave de la temporada. De lo contrario, los fantasmas volverán. Y con un colchón tranquilizador, Joaquín y Digard recuperados -y tal vez Westermann- y el resto enchufados, el final sólo podrá ser feliz.
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