Ojos de serpiente

El catálogo de cada temporada asoma en el buzón de las ilusiones de todo bético, y el baile de nombres se dispara. El juego da comienzo: señores, hagan sus apuestas. Porque, en estos días, se habla mucho de lo que le falta al equipo, y por supuesto de lo que le sobra. En ambos casos es una larga lista. Todo el que ama estos colores vive ya intrigado, esperando ver qué ases guarda Torrecilla bajo la manga. Todo un misterio. La puesta en escena del nuevo director deportivo ha sido correcta y razonable en todo su discurso, aunque recuerdo que, apenas hace un año, la presentación de su antecesor fue bastante similar. Quiero decir con esto que la confianza al salmantino se da por sentada, pero no vuelvan a errar con tantos prejuicios inútiles. Juzguemos su labor en función de los resultados, no de su curriculum y su carta de presentación, ya que 'Torrecillas' más altas cayeron. Sería una gran noticia que estos profesionales que están desembarcando en el club inyectaran un renovado gen competitivo, a la vez que un organigrama de trabajo cuidado en todas sus áreas. Una filosofía ganadora que combine jugadores con físico y alguno de calidad, y todo esto reforzado con la cantera, que es patrimonio del Betis. También la figura de una persona que tiene mando en plaza y que se juega su propio capital es bastante tranquilizadora, siempre y cuando se rodee de gente de fútbol que ponga sus conocimientos y su labor al servicio del club. Antes se ignoraba quién mandaba (o no) y se navegaba a la deriva.

Pero no podría ocultar que se me antoja temerario hablar del futuro sin dar carpetazo al presente. Esto es el Betis, no lo olviden. Y, para evitar tragedias pasadas, el equipo necesita un punto para salvarse matemáticamente. Todavía la probabilidad nos dice que el Betis puede sacar los ‘ojos de serpiente’, y eso sólo le puede ocurrir a este equipo, sólo a él. La más rocambolescas de las posibles combinaciones ya se conoce en el Betis, así que aprieten los dientes. Y, para bien o para mal, nadie podrá cambiar una cosa, y es que hay tres maneras de hacer las cosas: la correcta, la incorrecta y la de Betis.