"Que se muera". Esa ha sido la respuesta en redes sociales de una supuesta antitaurina al deseo de
Adrián, un niño de ocho años enfermo de cáncer que tiene el sueño de ser torero... Y, por tanto, de vivir. Un ejemplo de vida que, pese a tener poco o nada con el fútbol o el deporte, ocupa mis líneas para enfado de algunos. Y es que "idiotas", como diría el alabadísimo '
Pichu' Cuéllar, hay en todos sitios, aunque la mayoría de ellos aprovechen ahora para esconderse en el pseudoanonimato de Internet y las redes sociales. Una caverna en la que no se le da cabida a
Platón y en la que sí tienen barra libre mitos como el recorte de mangas de
Piqué o en la que se pasan por alto los recortes de otros.
Un 'postureo' virtual en el que se convierte en héroe a la figura que se pasa de la raya aunque su definición de "adjetivo calificativo" sólo sirva para explicar los modos utilizados que respaldan esa mayoría virtual que no potencia el 'feedback' positivo y que ha convertido en deporte nacional el criticar por criticar, así como el cuestionar y el insultar hasta llegar a lo absurdo, como bien ha demostrado esta semana la
RFEF y el central azulgrana. Un amplio sector que, con sus usos, han convertido las redes sociales en una verdadera cloaca que tiene su versión futbolística en la capital hispalense, donde se han acuñado términos tan ingeniosos como '
Biriprensa' o '
Periodista lechuguil' como un mero ejemplo de la impotencia de algunos a poder analizar la realidad de los suyos sin tener en cuenta al vecino. Una manera sencilla, a la vez que cobarde, de escupir frustraciones de manera gratuita contra lo que simplemente es (o debería ser) 'Periodismo'.
Un ejercicio vacío del que es muy difícil no contagiarse y, ante ciertas cosas, parafrasear al erudito del '
Pichu' Cuéllar en eso de que "hay que ser muy hijo de puta". Ganas, a muchos de nosotros, seguro que no nos faltan.
Alejandro Sáez3 min lectura