A falta de rematar la plantilla, el técnico del
Betis tiene claro el sistema que impondrá (1-4-3-3) y lo que quiere de cada uno de sus hombres. El nuevo Betis pasa por todos y cada uno: Adán está obligado a disminuir ese número de errores de los que no perdona un seleccionador como Lopetegui;
Piccini puede ser un lateral muy válido si le respetan las lesiones; viene fuerte
Rafa Navarro; en el eje de la zaga,
Pezzella y
Mandi son demasiado parecidos. Falta músculo y algo de altura.
El fichaje de un central que pueda acompañar a cualquiera de los dos cerrará la plantilla. Pero siempre estará
Bruno.
Durmisi puede ser una sensación en el Villamarín, por su rapidez y golpeo de balón en juego y estrategia. Si Poyet persiste en su idea de presión alta, necesita mucho trabajo y un señor 'trivote'. La guinda la pondrá
David López; a su derecha,
Jonas Martin, y a la izquierda,
Felipe Gutiérrez.
Fabián,
Petros y, sobre todo,
Cejudo jugarán más de lo que creen. El tridente (Nahuel o Musonda, Sanabria y Rubén) completaría un once ideal.
Pero esa idea ofrece otros problemas. Por muy dinámico que sea el delantero paraguayo, tendrá que alternar su caída a banda con el canario, que es el único que puede permitirse no recuperar y mantenerse fresco hasta cazar una en el área. Por esa razón,
Joaquín, a sus 35 años, lo tendrá más complicado para ser titular. Al de El Puerto no se le puede pedir continuidad para volver a la posición, y habrá que explicarle que quizás sea el recurso de la última media hora durante buena parte del ejercicio. A ver quién le pone el cascabel al gato.
Y luego está
Dani Ceballos, que debe explotar, si se le aclara por fin dónde juega. Atrevimiento y verticalidad, pero no excederse en la conducción. Al volante de todo, Poyet, que estos días medita la conveniencia o no de manejarse con otro sistema si la cosa no funciona.