La selección estadounidense se proclamó ayer campeona del mundo del XVII campeonato celebrado en
Turquía, al derrotar a una más que digna selección española que cayó por 64-77.
El equipo estadounidense salió a la pista centrado y sin concesiones, como prueba de respeto a un rival que llegaba a la final invicto y superando a todos sus rivales con holgura. El 17-28 con el que acabó el primer cuarto fue claro y demasiado cruel para la selección española, que lejos de agachar la cabeza ante la adversidad de sus fallos y del acierto del estadounidense, siguió lanzándose orgullosa al ataque, al tiempo que intentaba cerrar filas en defensa.
En el segundo cuarto,
Estados Unidos, al ver el tesón de
España, no levantó el pie del acelerador y puso de nuevo a todas sus titulares en pista. Esto, unido al poco acierto de
Sancho Lyttle (7 puntos) y de
Alba Torrens, que se quedó sin anotar antes del descanso, supuso el contundente 29-48 del final del segundo cuarto.
Laura Nicholls, con 8 rebotes, encabezaba el entusiasmo de las jugadoras españolas, que sabiéndose inferiores en lo físico, no dieron un paso atrás en ningún momento. La selección española siguió fiel a sus señas de identidad, a su manera de jugar, a todas las cualidades que le permitieron llegar a la final. Quiso, en pocas palabras, volver a ganarse la medalla de plata.
Estados Unidos tampoco se permitió un minuto de relajación ante el ímpetu de las españolas al ver que la ventaja se estancaba. Y España, derrochando las fuerzas que ya había gastado anteriormente, y con Torrens anotando 10 puntos, cerró el tercer cuarto con 48-67.
Estados Unidos revalidó el título de campeón del Mundo con todos los honores, ganó por 64-77, y España cumplió con lo prometido, hizo que las norteamericanas sudasen la medalla de oro.