ATLETISMO SAN SILVESTRES

Doscientos mil deportistas despiden el año a la carrera en España

Doscientos mil deportistas despiden el año a la carrera en España
Doscientos mil deportistas despiden el año a la carrera en España
Estadio DeportivoEstadio Deportivo 8 min lectura

Madrid, 30 dic (EFE).- Doscientos mil deportistas, repartidos en seiscientas convocatorias que alcanzan a los últimos rincones de España, despiden mañana el año a la carrera, inscritos en una San Silvestre mediante el desembolso de entre 5 y 25 euros que concede el privilegio de correr por el centro de la calle en el corazón de las ciudades.

El romano Silvestre, elegido Papa (número 33) el 31 de enero de 314 y muerto en loor de santidad el 31 de diciembre de 335, nunca pudo imaginar que dieciséis siglos después prestaría su nombre a una actividad lúdico-deportiva que se ha convertido en acontecimiento social, preludio de la gran cena de Nochevieja.

Nadie sabe a ciencia cierta qué extraño impulso induce a una persona en sus cabales a castigarse las piernas para rematar el año, pero los números demuestran que la costumbre no deja de propagarse por todo el mundo, pero especialmente en España.

La carrera de San Silvestre nació como "corrida", en portugués, porque fue un brasileño, Cásper Libero, el que en 1923 tuvo la ocurrencia de crear la carrera de Sao Paulo, que durante muchos años fue referencia universal del atletismo el día de fin de año.

Hasta que una carrera de barrio se erigió en Madrid con la supremacía. En la actualidad, la reina es la San Silvestre Vallecana, que en su 53 edición congregará este domingo a 42.000 corredores y acapara, por tanto, casi un cuarto del volumen total de valientes que en Nochevieja se lanzan a la calle por toda la geografía española. La cursa dels Nasos reúne en Barcelona a 13.000.

La magna prueba madrileña no es la más antigua de España, sin embargo. Tres años antes de que echara a rodar el engendro de un "loco", como se define Antonio Sabugueiro, había nacido, en 1961, el Circuito de Nochevieja de Galdakao, en el que los corredores portaban antorchas, hasta que el alumbrado público los eximió de tan incómodo adminículo.

Para eludir la competencia de las grandes San Silvestres, algunas ciudades se adelantan a la fecha. Seiscientas carreras se celebran en España entre el 22 y el 31 de diciembre y otras 250 más del 15 al 21, sin contar las de los pueblos pequeños, según datos de la revista especializada Runners y el portal corriendovoy.com.

Para los adictos al trote, una sola San Silvestre sabe a poco. Los más osados se atreven hasta con tres el mismo día. Algunos madrileños, por ejemplo, corren por la mañana en Las Rozas, a mediodía en Getafe y rematan con la Vallecana. El caso es llevar el cuerpo al límite, trasladar el reto un poco más allá.

Contravienen, de esta forma, las recomendaciones del jefe de los servicios médicos de la Real Federación Española de Atletismo, Christophe Ramírez, que las resume en una máxima rotunda: "No hacer el burro".

"Lo principal es no pasarse. Quien haya entrenado poco, que lo asuma y no haga el burro porque se supone que va a disfrutar. Que no se emocione y reserve fuerzas para el final de una carrera de 10 kilómetros", comentó a EFE el doctor Ramírez.

Los manuales del buen corredor prescriben someterse a revisiones médicas antes de calzarse las zapatillas, entrenar la distancia con suficiente antelación (al menos tres días por semana en el último mes), calentar bien antes de la salida, adoptar una táctica conservadora en ruta, hidratarse bien antes, durante y después de la carrera, y abrigarse al llegar a la meta.

El alcohol es enemigo temible para el corredor, antes y después del esfuerzo. "No hay que ingerir alcohol antes de la carrera, por supuesto, y después hay que tener sumo cuidado porque se está deshidratado y en esas condiciones el alcohol se absorbe más. Después de la carrera hay que recuperar los niveles de hidratación hasta mear claro. Hasta entonces, prohibido tomar alcohol", recomienda el médico.

Por oferta deportiva no quedará. Con más de 800 en el calendario, siempre habrá una San Silvestre a mano y con recorrido accesible, desde la más corta, la Carrera Navideña de Soria (2,7 km), a la más larga, la San Silvestre Palma Palmilla de Málaga (10,5).

Ocupar las calles céntricas de las ciudades, abarrotadas de coches los otros 364 días del año, es un placer exquisito pero, salvo raras excepciones, no sale gratis. Entre las carreras más importantes, la cuota de inscripción va desde los 5 euros de Badajoz hasta los 25 de la Vallecana. Al corredor vallecano le sale el kilómetro a 2,5 euros.

Por esa cuota recibe una bolsa con la camiseta oficial, una lata de cerveza sin alcohol, un envase con 125 gramos de quinoa blanca y roja, 20 sobrecitos de té verde con jengibre y naranja, una "braga" blanca para proteger el cuello del frío mesetario y el chip que controla los tiempos.

Pero el desembolso otorga también el derecho a disfrutar de un regalo inmaterial: correr por medio de la calle. Partiendo de la esquina sureste del Bernabeu, subir la breve cuesta hasta Serrano -todavía con las fuerzas intactas-, dejarse caer hasta la Puerta de Alcalá, rodear Cibeles dejando a la izquierda la monumental fachada del Ayuntamiento y a la derecha las líneas severas del Banco de España, para alcanzar Atocha y enfilar, por la avenida Ciudad de Barcelona, el último tramo que conduce a Vallecas, en cuyas cuestas y vericuetos se pagan todos los excesos.

Este año el eritreo Nguse Amsolom intentará repetir victoria en la San Silvestre Vallecana, que no podrá reeditar el duelo entre las etíopes Tirunesh Dibaba, ganadora en 2011, y Gelete Burka que perdió aquel combate en el esprint pero se desquitó al año siguiente con el récord femenino de la prueba (30:53). Dibaba no tenía el pasaporte en regla y no ha podido viajar a Madrid, explican los organizadores.

El protocolo del buen "silvestre", que despide el año deprisa y corriendo, exige que lo reciba al día siguiente tirado en el sofá contemplando el concierto vienés de año nuevo, incluso dando palmas acompasadas con la marcha Radetzky y, tras la frugal comida de recuperación, dormitando mientras en la tele se suceden los saltos de trampolín de Garmisch-Partenkirchen.

José Antonio Diego

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