Eindhoven,
Mónaco,
Glasgow... Y, ahora,
Turín. La gloriosa historia europea del
Sevilla se escribe con nombres de ciudades que permanecerán para siempre en la memoria colectiva de su afición. Un sevillismo que sueña con ese éxtasis incomparable que se siente al tocar el cielo con las manos. Ilusionado con su competición fetiche, desde que a principios de curso acudiese en masa a
Estoril. Que siempre tuvo fe en las remontadas ante
Betis y
Oporto. Que estalló de júbilo ante el milagro obrado por
M´Bia. Y que, una vez más, arropará a su equipo mañana para esculpir con letras de oro en su hoja de ruta europea el nombre del ansiado destino:
Turín.
Hasta la capital del
Piamonte se desplazarán en torno a 9.000 aficionados blanquirrojos. Finalmente, pese a las lógicas dificultades económicas, se han agotado todas las entradas, pudiendo obtenerlas no sólo los socios más antiguos. Nueve mil almas que llevarán en volandas a los suyos y que darán colorido al
Juventus Stadium con esa ´bufandada´ promovida desde el propio club. Ayer, de hecho, continuaban abiertas las taquillas del
Sánchez Pizjuán para que todos aquellos aficionados que hayan adquirido una localidad recojan su complemento con el lema que imperará en tierras italianas: "Vamos a por nuestra
Copa".
Con esa ambición como indispensable compañera de viaje, cada uno emprenderá su particular aventura, en bus, coche, tren o avión, con múltiples combinaciones, aunque el grueso de esa ´marea roja´ partirá entre hoy y mañana desde el
Aeropuerto de San Pablo, que acogerá hasta cincuenta vuelos.
Para ello, se ha establecido un dispositivo especial, que incluye la ampliación de su horario a 24 horas y el refuerzo de todos sus servicios, como hará
Tussam, que ampliará con cuatro autobuses más para unirse a los cuatro habituales, la línea que conecta con el aeródromo, que funcionará de manera ininterrumpida durante las madrugadas de mañana y el jueves, para el regreso. Una vuelta que se espera sea feliz, tras cerrarse esa perfecta trilogía europea que comenzó en
Eindhoven hace ocho años con la misma ilusión que, desde hoy, inundará
Turín.